miércoles, 23 de diciembre de 2020

Amor y Humor Cómplice


Mary no era de usar mucho las redes sociales. De hecho no tenía instagram ni twitter, por ejemplo. Solo usaba facebook, y cada tanto. Y menos era de escribirme mensajes por ese medio. Pero en esta semana previa a la Navidad me aparecieron algunos recuerdos de mensajitos que posteó en mi muro. Uno de 2010 y otros dos de 2017. Parece poco pero les juro que, conociéndola a Ella, es un montón. Y en los tres se percibe, se deja entrever, lo mismo: gestos de amor y humor cómplice... tan nosotros.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Para toda la vida...

Entre el sol y la luna está tu corazón

Cariño mío

Volando, volando en el cielo dibujas tu nombre

Tu nombre y el mío

Todo parece un sueño cuando estoy contigo

Cariño mío

Me haces tomar conciencia que amo y vivo

Amo y vivo

Este es un amor eterno

Este es un amor sagrado

Para toda la vida (Te quiero)

Para toda la vida

Para toda la vida (Te quiero)

Para toda la vida

Uh-uh, un arcoiris radiante aparece de pronto

Cariño mío

Para pintar con colores tu nombre y mi nombre

Tu nombre y el mío

Este es un amor eterno

Este es un amor sagrado

Para toda la vida (Te quiero)

Para toda la vida

Para toda la vida (Te quiero)

Para toda la vida

Entre el sol y la luna está tu corazón

Entre el sol y la luna está tu corazón

Está tu corazón

Ah-lalala-la, oh

(Está tu corazón)

Este es un amor eterno

Este es un amor sagrado

Para toda la vida (Te quiero)

Para toda la vida

Para toda la vida (Te quiero)

Para toda la vida

Entre el sol y la luna está tu corazón

Entre el sol y la luna está tu corazón (Está tu corazón)

Entre el sol y la luna está tu corazón (Está tu corazón)

Entre el sol y la luna está tu corazón.

Ver y Escuchar "Para toda la vida" por Marcela Morelo

sábado, 19 de diciembre de 2020

Cómo me voy a olvidar...

Amor, amor, amor
Amor, amor, amor
Quiero que me vuelvan a mirar tus ojos
Amor, amor, amor
Amor, amor, amor
Quiero volver a besar tus labios rojos
Cómo no acordarme de ti
De qué manera olvidarte
Si todo me recuerda a ti
En todas partes estás tú
Si en una rosa estás tú
Si en cada respirar estás tú
Cómo te voy a olvidar
Cómo te voy a olvidar
Si besando la cruz estás tú
Rezando una oración estás tú
Cómo te voy a olvidar
Cómo te voy a olvidar
Si te clavaste aquí en mi corazón
Y de amor, has llenado mi alma
Y tu sangre corre por mis venas
Y mi sangre me hace estremecer
Yo contigo
Amor, amor, amor
Amor, amor, amor
Quiero que me vuelvan a mirar tus ojos
Amor, amor, amor
Amor, amor, amor


domingo, 18 de octubre de 2020

Día de la Madre

Mary, mi amor, es el tercer día de la madre sin vos. Y sigue doliendo. Vos lo sabés.

En estos días te tuve muy presente. En realidad no pasa un día sin que te recuerde o te hable, pero esta semanita se puso más intensa. Y me doy cuenta porque suele reflejarse en mis sueños.

Anteanoche tuve un hermoso sueño donde estábamos los cuatro, compartiendo, riendo. Y al despertar fui a buscar un video que vinculé con lo soñado: los cuatro, tomando un helado en la costa, muy divertidos. Y me llamó la atención lo siguiente: vos estás aunque no te vemos. Estabas filmando. Se escucha tu voz y, principalmente, tus risas, carcajadas. Y vas hablando con nosotros tres, mientras nos vas mirando. Como ahora. No te vemos pero seguís estando, nos seguís hablando. Y por eso seguimos riendo. Como puse en la bajada del video: “Familia feliz en acción”.

Pero anoche tuve otro sueño. Motivado, tal vez, por un posteo y una charla de hace poco. Pero también por la relectura de algunas cartas buscando qué decías durante nuestro noviazgo sobre tu maternidad. Y encontré un montón. Hasta aparecen nombres que fuimos charlando aunque finalmente no fueron los elegidos. Pero sí queda claro que hablábamos de tres hijos: dos varones y una mujer. No sé por qué. Y anoche te soñé en el cielo –casi siempre registro que estás en el cielo, también en sueños- y embarazada. Y al despertar hoy no tuve dudas: este día de la madre lo festejamos de a cinco. Porque Nachito ya está con vos en el Cielo, y te estaba esperando desde antes. Vos siempre lo viviste así. A mí me costaba demostrarlo pero también estuvo y está presente.

Volviendo a la maternidad (y paternidad) soñada desde el noviazgo, siempre recordamos la misma anécdota. Era abril del 98, estábamos en la esquina de Arregui y Victor Hugo, y te dije: "quiero que mis hijos tengan una madre como vos". Fuerte. Atrevido. Éramos apenas unos adolescentes jugando al amor. Llevábamos 2 meses de novios. Pero qué bien que estuve... Hay mil razones que avalan mi temprana intuición, corroborada cada día de los siguientes 20 años, especialmente los últimos 15 compartidos.

Mi amor... Releo  lo que te escribí el último día de la madre compartido. Qué lindo haberlo escrito y qué lindo saber que siempre fue, es y será así. No sabía que un año después ya no íbamos a poder llevarte el desayuno a la cama, o regalarte esas cartitas que tanto te gustaban. Pero estaré eternamente agradecido a la vida por haberme permitido elegir tan bien a la madre de mis hijos. Tu eterno enamorado y el padre de tus hijos.









sábado, 17 de octubre de 2020

Todavía te queda mucho por caminar...

 


Hace días que me persigue la figura de Elías, el profeta.

Mi viejo me habló de una catequesis del Papa Francisco y, por lo que me contó, la linkeé con una charla que di en un campamento de verano de JuvenCor en febrero del 99: la presencia de Dios en la suave brisa.

Luego encontré en un grupo de Facebook que administro una publicación donde Francisco –otra vez- dice que Dios envía ángeles a cuidarnos y levantarnos. El posteo es de mediados de octubre pero el texto original tiene más de cuatro años. Entré a leerla porque esa imagen está de alguna manera en mi novela, de manera implícita y… me encuentro con el texto de la primera lectura –con Elías como protagonista- de aquella misa del domingo 12 de agosto del 2018, donde Mary se despidió de todos sabiendo –Ella- que se iba directo al Cielo.

Lo primero que hice, entonces, fue ir a leer la catequesis del Papa, del miércoles 7 de octubre. Es sobre “La oración de Elías”. Y allí dice todo. Me hizo muy bien leerla y rezarla.

Lo siguiente fue ir a buscar la lectura completa de aquel 12/8 y releer mi posteo en el blog de aquel momento (tomado de mis redes sociales). Y la clave hermenéutica era Mary que se estaba muriendo, sin duda. En esa misa familiar que hicimos en nuestra pieza yo leí la primera lectura. Como pude. Y me imaginé al ángel que le hablaba a Elías diciéndole lo mismo a Mary. Días después alguien me hizo notar que quizás me estaba hablando a mí: “¡Levantate, comé, porque todavía te queda mucho por caminar!”. Y, sin darme cuenta, esa frase puede sintetizar la novela… y toda mi vida desde hace poco más de dos años.

Y ya que estaba fui a releer el Evangelio de aquel día. Y registré que en aquella oportunidad no estaba preparado para leerlo, escucharlo, con toda la profundidad que tiene hoy. Allí sí hablaba de Mary, clarito:

“Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último díaLes aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida... Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.


La oración de Elías (Catequesis del Papa Francisco, 07/10/2020)

 

Papa Francisco: Dios envía ángeles a cuidarnos y levantarnos

 

Misa del 12/08/2018

 

Lecturas del 12/08/2020


sábado, 3 de octubre de 2020

Peregrinación Juvenil a Luján (1997)

“Al sábado siguiente, 4 de octubre, era la Peregrinación Juvenil a Luján. Siempre me gustó esa expresión de religiosidad popular y, realmente, quería compartirla con Ella. Mariela nunca había participado y al principio no quería, pero finalmente la convencí. Se hizo desear pero aceptó gustosa. Y me dejó bien en claro que iba por expreso pedido mío. Es que en esa primera carta que le escribí en mi vida, la del retiro de Emaús, le había dicho: «P.D.2: Te pido que vengas a Luján porque para mí es una experiencia muy linda y muy fuerte, y me encantaría compartirla con la gente que más quiero». Yo, por mi parte, le hice una promesa a la Madre del Pueblo, a la Virgencita Lujanera: si algún día, Dios lo permita, nos ponemos de novios con Ella, iría cada aniversario a darle gracias.

El viernes 3 de octubre, un día antes, había sido muy particular porque era la primera vez que la pasaba a buscar, íbamos solos caminando hasta el cole, participábamos de la reunión, nos íbamos solos antes de que termine, y también nos volvíamos caminando juntos hasta su casa. «¿La carta habrá causado el efecto deseado?», me preguntaba.

Finalmente, ese sábado a la mañana salimos en Peregrinación. Nos encontramos en la Parroquia San Rafael y, después de las clásicas recomendaciones e indicaciones, empezamos a caminar. Fuimos hasta San Cayetano de Liniers y nos sumamos a la gran columna que ya había iniciado el recorrido unas horas antes, y parecía no tener fin. Al rato de estar pateando por Rivadavia se largó una lluvia torrencial. Nos empapamos de inmediato pero seguimos caminando. Y al llegar a la primera parada del recorrido, en Morón, los responsables parroquiales nos dijeron que debíamos volver.

— Ni loco —dije—. Nosotros seguimos...

— Los micros ya están viniendo. El que sigue, lo hace por su cuenta. Los menores no tienen opción.

Estaba hablando de nosotros. Yo tenía diecisiete, y era el mayor de nuestro grupo de amigos. Ella tenía quince, y era la más chica. Por lo tanto, a la tarde ya estábamos en nuestros hogares, molestos, mojados e indignados.”

(Fragmento borrador de “Vale la pena”, capítulo 15)

Luján

Hace poco escribí y compartí un texto sobre las diferentes formas de narrar nuestras vidas; en mi caso, por ejemplo, a través de distintas advocaciones de la Virgen María. Una de ellas, sin lugar a dudas, es Luján.

Lo primero que me viene a la cabeza, al corazón, son las peregrinaciones. Mi primera vez caminando fue en el 96, estando en 4to año… y me quedé en Rodríguez, aunque terminé llegando en micro. El año siguiente fue muy especial, en muchos sentidos, y uno de los mojones que tenía marcados en mi agenda era la Peregrinación Juvenil a Luján. En septiembre de ese año Mary –Mariela por ese entonces, con quien recién empezábamos una linda amistad- estaba de retiro y le mandé una carta donde le escribía: “Te pido que vengas a Luján porque para mí es una experiencia muy linda y muy fuerte, y me encantaría compartirla con la gente que más quiero”. Y aceptó. Fuimos con JuvenCor por la Parroquia San Rafael. Pero ese año, al llegar a Morón, una lluvia torrencial y nuestro ser menores de edad nos impidió seguir. Volvimos con Mary, como novios y esposos, caminando y como apoyo, con el grupo juvenil de la Parroquia del Perpetuo Socorro, con amigos, en comunidad, varias veces. Gracias a Dios… y a María.

Un rito hermoso que iniciamos en el 99 fue intentar ir los 18 de febrero, en nuestro aniversario de novios, a Luján. A pasar el día, tomar unos mates, charlar, comer un asadito, caminar a orillas del río y, obviamente, darle gracias a nuestra Madre en la Basílica. De los 6 aniversarios habremos ido en 4… pero esa linda costumbre de ir a Luján continuó de casados, en familia. Y fuimos de a 2, de a 3, de a 4… y en familia grande también.

Durante varios años, a su vez, pude ir como animador o dirigente en campamentos parroquiales y como profe con los colegios. Siempre yendo a Luján, siempre sintiéndome, sintiéndonos, acompañado(s) por la Virgencita Lujanera. Ayer, hoy y siempre. Amén.

Y este año me encuentra peregrinando de otra manera, dejando que Ella nos venga a visitar. Madre del Pueblo, rogá por nosotros.




Yo te extrañaré...

 Y una canción lleva a la otra sin que yo lo decida...

Yo te extrañaré
Tenlo por seguro
Fueron tantos bellos y malos momentos
Que vivimos juntos

Los detalles
Las pequeñas cosas
Lo que parecía no importante
Son las que más invaden mi mente
Al recordarte

Ojalá pudiera devolver el tiempo
Para verte de nuevo
Para darte un abrazo
Y nunca soltarte
Mas comprendo que llegó tu tiempo
Que Dios te ha llamado
Para estar a su lado
Así Él lo quiso
Pero yo nunca pensé, que doliera tanto

Ya no llores por mí
Yo estoy en un lugar, lleno de luz
Donde existe paz
Donde no hay maldad
Donde puedo descansar
No llores por mí
Es tan bello aquí
Nunca imaginé
Quiero que seas feliz
Que te vaya bien y cuando te toque partir
Espero verte aquí

Yo te extrañaré
Tenlo por seguro
Cómo pensar que la vida
Puede terminar en un segundo

La vida es polvo puede esparcirse
En un momento
Nada trajiste nada te llevarás
Solo lo que había dentro

Ojalá pudiera devolver el tiempo
Para verte de nuevo
Para darte un abrazo
Y nunca soltarte
Mas comprendo que llegó tu tiempo
Que Dios te ha llamado
Para estar a su lado
Así Él lo quiso
Pero yo nunca pensé, que doliera tanto

Ya no llores por mí
Yo estoy en un lugar, lleno de luz
Donde existe paz
Donde no hay maldad
Donde puedo descansar
No llores por mí
Es tan bello aquí
Nunca imaginé
Quiero que seas feliz
Que te vaya bien y cuando te toque partir
Espero verte aquí

Yo te extrañaré, tenlo por seguro

Ver y Escuchar "Yo te extrañaré" de Tercer Cielo

Sé que estás aquí...

No sé si fueron las cookies, el dispositivo smart o Dios... pero estaba pensando en Mary, recordando y...

Aunque mis ojos, no te pueden ver
Te puedo sentir, sé que estás aquí
Aunque mis manos, no pueden tocar
Tu rostro..., sé que estás aquí.

Coro:
Mi corazón puede sentir Tu presencia
Tú estás aquí, Tú estás aquí
Puedo sentir Tu majestad
Tú estás aquí, Tú estás aquí

Mi corazón puede mirar Tu hermosura
Tú estás aquí, Tú estás aquí
Puedo sentir Tu gran amor

//Tú estás aquí, Tú estás aquí// 

Ver y Escuchar "Tú estás aquí" de Jesús Adrián Romero

viernes, 2 de octubre de 2020

Ojalá se repita…

Ya pasaron dos años de estos posteos y tres del viaje (y las fotos). Pero Facebook insiste en traerlos en forma de recuerdos…

En octubre de 2017 nos fuimos a las Cataratas. Resultó ser nuestro último viaje familiar, los cuatro, aunque en ese momento no lo sabíamos. Mary quizás lo intuía y por eso insistía tanto en hacerlo. Yo ponía varios “peros” (trabajos, escuela, plata, etc.). Ella, luego de la operación y en medio de la quimio, me dijo: “Quiero que vayamos. Pongamos fecha, saquemos los pasajes, reservemos lugar y no lo pensemos más”. Y, como siempre, mirada y sonrisa mediante, me convenció. Y gracias a Dios que lo hizo. Un año después me hubiera arrepentido mucho. Por eso, cuando mi terapeuta me preguntó si nos había quedado algo pendiente pude contestar con certeza: solamente envejecer juntos.

Ese viaje, como bien dijo Lu en aquel momento, “fueron las mejores vacaciones de la vida… y más en familia”. Y qué lindo saber que los cuatro juntos fuimos felices hasta el final, y especialmente en el último tiempo… y lo seguimos siendo, a pesar de, con Ella, porque se lo prometimos.

Mirando las fotos, reviviendo los momentos de aquellas vacaciones, de aquel viaje familiar, vuelvo a llorar. Duele. Sigue doliendo. Duele su ausencia porque su presencia nos llenaba de alegría. Sin embargo siempre lo supe: el que se arriesga a amar se compromete a sufrir, pero sufrir por amor vale la pena.

Ojalá se repita… en el Cielo. Amén.











miércoles, 30 de septiembre de 2020

Historia de un Alma

"Diario de Alguien que Espera" es un blog que nació sin buscarlo pero resultó ser fundamental en la etapa más dolorosa de mi vida.
Como dice en la bajada, es el "Diario del alma, el corazón, de una persona que amó y se sintió amado, que ama y se siente amado, y que va dando cuentas de cómo sigue viviendo su vida mientras camina al reencuentro definitivo con Ella, quien partió antes para poner el agua para el mate..."
Allí empecé a compartir escritos que, en un principio, eran para mí... y para Mary. Con el tiempo comencé a compartirlos en las redes y me fueron llegando comentarios de muchas personas (más de las que hubiera imaginado) que encontraban valiosas esas palabras.
Hoy les traigo un texto que fue clave en el rumbo de mi duelo. ¿Por qué hoy? Porque lo escribí y publiqué hace exactamente dos años... el 1° de octubre de 2018.
Santa Teresita, a quien celebramos hoy, escribió "Historia de un Alma" y dijo "quiero ser el amor". Yo también.
Los dejo con el posteo...

sábado, 26 de septiembre de 2020

Vale la pena

 

No, no es una novela nueva; solo le cambié el título. Sí, otra vez. Pero no es solamente eso… Ingresé en otro proceso de reescritura. Les comparto.

Esta obra nació como novela hace, más menos, 15 años. Pero es hija y deudora de textos previos de géneros diversos (epistolar, diario personal y hasta musical).

A lo largo de estos años fue teniendo distintos títulos (este es el sexto), diferentes enfoques, objetivos, registros, estilos literarios, proyectos... que, a su manera, quedaron sedimentados en capas que eran todavía identificables.

En septiembre de 2018 me propuse retomar la escritura de esta obra luego de una pausa, un descanso, ¿un abandono?, de varios años. La muerte del amor de mi vida lo cambió todo y la escritura me ayudó a transitar, reorientar, el duelo.

Tiempo después me decidí y me puse plazos que fui cumpliendo.

El 14/8 di por finalizada la primera versión borrador.

El 15/8 la envié a 7 lectores cero para tener una primera devolución.

El 30/8 arribé a un texto superador, y durante la primera semana de septiembre lo estuve compartiendo con otra gente cercana.

El 8/9, finalmente, se lo envié a una profesional para que realice un informe de lectura que me llegó este 23/9.

El 24/9 me decidí a tomar el texto como un borrador y comenzar a trabajar nuevamente en la novela, pero desde otro lugar.

Este recorrido, este camino, fue muy enriquecedor y me fue transformando en múltiples sentidos. Me refiero a los tantos años de escritura, especialmente los últimos dos, pero también a ir recibiendo una retroalimentación con las y los lectores. Al principio me enojaban algunos comentarios –al fin y al cabo estaban opinando sobre mi vida- pero fui aprendiendo –más rápido de lo que hubiera pensado- a ser receptivo y proponerme como objetivo mejorar la novela.

Es una hermosa experiencia saberte leído por otras y otros que se emocionan con tus palabras, que ríen y lloran, que se sienten identificados, interpelados, que empatizan con los personajes, que se enojan, disfrutan… y que, a pedido mío, tienen la libertad de hacerte devoluciones, planteos, preguntas, sugerencias. Me ayudó –y mucho-a mejorar el texto.

Pero las 14 o 15 personas que leyeron la novela son cercanas, conocen la historia y saben que es una obra autobiográfica. En cambio, el informe de una desconocida generó un antes y un después. En gran medida por sus aportes desde lo profesional pero también por su lectura desde otra distancia.

Y acá estamos hoy, intentando hacer literatura. El informe me ayudó a objetivar muchas cosas que yo mismo me planteaba pero en las que me costaba tomar una –dolorosa- decisión. Se explicitaron también algunas consideraciones ya realizadas por lectores cero. Y algunos análisis puntuales me terminaron por definir para hacer un cambio más de fondo.

La historia sigue siendo la misma; es el corazón de la novela. Pero ahora me senté a repensar la estructura narrativa y todo lo que eso implica. Escribir de cero el comienzo. Reescribir el final. Quizás reorganizar alguna fecha. Y “podar la hojarasca”, en palabras de un amigo (eliminar ensayos, poemas, canciones, descripciones que dispersan, etc.). Solo eso llevó a que las más de 45 mil palabras se conviertan, de un plumazo, en 27 mil. Y las 242 páginas bajaron a 149.

Pero no alcanza. También me propuse trabajar más en los personajes. Depurar los que son innecesarios en la historia aunque hayan sido importantes para el autor (para mí, ja). Profundizar en las fichas, principalmente con su personalidad, su carácter, trabajando algunas incoherencias (¿reales o producto de la deformación de la memoria?). Cambiar casi todos los nombres para alejarlos más de la “history” y llevarlos con libertad a la “story”. No hacer un relato científico, exacto, sino escribir una narrativa mítica.

Es un lindo desafío que saboreo poder encarar. Y seguramente tiene que ver con un proceso personal (bio-psico-socio-espiritual) por el que ando rumbeando.

¿Vale la pena? Sí. Vale la pena.

P.D.: Al que quiera leer la última versión del “Diario de Alguien que Espera”, con toda su fidelidad a lo autobiográfico, me lo puede pedir (comentando acá o por privado). Lo tengo en pdf para leer en digital...


martes, 15 de septiembre de 2020

La Fiesta del Milagro, Salta y Nuestra Vida


Hay diferentes formas de narrar nuestras vidas.

Una es con fechas importantes, con recuerdos que marcaron nuestra historia.

Otra es a partir de personas con las que fuimos compartiendo momentos, lugares y tiempos.

Hago todo eso y cada vez más seguido. Las fotos y los videos ayudan también. Pero tengo otros recursos…

Para hablar de mis viajes, por ejemplo, están los mates. De cada lugar que visitamos en familia nos trajimos uno. Costumbre que incorporaron Lu y Nico estos últimos dos años. También se suma un objeto típico del lugar con alguna inscripción, es cierto. Y el primero de todos, como novios, fueron dos tazas. Objetos que evocan. Y no solo lugares recorridos. También tengo, por ejemplo, dos yerberas: una que compramos en nuestra luna de miel y otra para nuestro décimo aniversario de casados.

Otra manera de contar la historia de mi vida es a través de canciones. Tienen que ver con épocas, con la letra, con algo compartido o un mensaje oportuno.

Algo similar me sucede con los libros. Me llevan a momentos de mi vida donde los compré o los leí. Pero muchos de ellos, gracias a sus dedicatorias, ayudan a poner en palabras un algo más todavía.

Por último, en mi caso y sin querer ser taxativo, aparecen los símbolos religiosos. A través de advocaciones de la Virgen, de santos, de diferentes maneras de llamar a Jesús, también puedo dar cuentas del relato de mi vida. A su vez, cada símbolo tiene que ver con un lugar, con una situación, con una decisión.


15 de septiembre de 2002. Salta. Ese día, ese lugar. Ahí se contextualiza la foto. Con Mary, de novios, juntos, tomando gracia.  De aquel viaje recuerdo muchos lindos momentos compartidos. Si bien pasamos por la Capital, elegimos ir a vivir la Fiesta del Milagro al lugar original, no al turístico, al menos masivo pero más popular: a Piquete de Hanta. Fue toda una travesía llegar a ese lugar, pero valió la pena. Durante mucho tiempo hablamos de aquella experiencia como un encontrarnos con Dios en los hermanos más pobres de nuestro país.

Recuerdo que soñamos irnos a vivir a Salta; sueño que, al tiempo, dejamos de lado por pensar en nuestros hijos. Pero de alguna manera estos recuerdos, este sueño, se hicieron presentes en la novela. Cuando la lean, entenderán…

lunes, 14 de septiembre de 2020

Por tu ausencia...

Algunos años han pasado ya,

Y mi corazón no deja de llorar

Por tu ausencia, por tu ausencia.


Y no comprendo yo
Porque te llevó Dios
Y te quito de mí.
También te quiero yo
Sin ser tu Creador
Naciste para mí.


Yo te canto de corazón
Yo te canto con mi voz,
Yo te canto de corazón
Yo te canto con mi voz.

Y si me falta la voz
Yo te canto con las manos
Y si me faltan las manos
Yo te canto con el corazón
Y si me falta el corazón
Es que en cielo estamos los dos.

Ver y Escuchar "Por tu ausencia" (Sandra Mihanovich y Marcela Morelo)

domingo, 6 de septiembre de 2020

Hoy es un día muy especial...


Hoy es un día muy especial para mí —me susurró Mariela al saludarme.

Y yo respondí con una tierna sonrisa y una dulce mirada. En realidad fue la reacción espontánea, casi en espejo, a su tierna sonrisa y su dulce mirada.

Ese sábado 6 de septiembre fue la primera reunión de JuvenCor Básico y animamos juntos. Todos los días de esa semana pasé por su casa para preparar lo que íbamos a hacer y ultimar detalles. Estábamos muy comprometidos. Ella estaba muy emocionada. Yo estaba muy enamorado.

Muchos pibes de primaria. Una reunión brillante. El Sensei, a unos pasos, me miraba y asentía con la cabeza como corroborando que habíamos tomado una sabia decisión aquella noche. Al rato me guiñaba un ojo insinuando que, de ahora en más, dependía de mí cómo seguía la otra parte de aquella charla.

Ella estaba con un jean y una remera, pero lo que más recuerdo de su vestimenta aquella mañana era su campera, buzo o saquito. Nunca fui bueno para nombrar o categorizar la ropa. La marca, Scombro. Amplia, como tejida, con capucha. Combinaba distintos colores: azul, rojo y blanco. Le quedaba muy pero muy linda. Iba y venía, y no podía dejar de observarla.

Entre las cosas que llevé tenía un cuaderno grande, de esos llamados universitarios. En la primera hoja, a modo de carátula, había escrito «JuvenCor» en colores. A medida que avanzaba la reunión le iba agregando cosas. En un momento, arriba a la derecha, la fecha: «6/9/97». Después escribí «Aguante» arriba de «JuvenCor» de modo que se forme un «Aguante JuvenCor». Más adelante agregué un «y el Tano» debajo de «JuvenCor». Ahora podía leerse «Aguante JuvenCor y El Tano». Salí, fui, busqué algo, volví y… alguien había osado intervenir en mi obra de arte. No sé cómo ni por qué pero reconocí la letra; «y Mariela también», decía entre paréntesis y con letra minúscula de imprenta. La miré como haciéndome el malo, con la mirada fija, entrecerrando un poco los ojos, juntando mis labios, y repitiendo mentalmente «quiero que pienses que estoy enojado». Ella me miró, sonrió y me desarmó en una milésima de segundo. Nada duró mi acting de enojo. Le devolví otra sonrisa. Sus ojos brillaron y seguramente los míos también. Tomé la hoja, puse una flecha y escribí «puede ser». Firmé «Jerónimo» y cerré el cuaderno.

Terminó la reunión. Nos miramos entre los animadores y era todo satisfacción. Tarea cumplida. El primer encuentro fue un éxito, tanto en convocatoria como en la alegría de los pibes que nos saludaban al despedirse. Los padres se los llevaban, nos felicitaban y nos agradecían. Me dejé llevar por ese instante de felicidad que me inspiró y…

—¿Qué hacés? —me encara Mariela sorprendida.

—No me diga que le tocó el culo — comenta el Nacho mientras se toma la cabeza.

—Nooo. ¿Usted está loco?

—Entonces… ¿qué hizo? —pregunta el Monje.

—Dejen que les cuente…

Me molesta mucho que me interrumpan cuando estoy narrando una historia; es como si se contaminara el relato. Recupero lo dicho con anterioridad y prosigo.

—¿Qué hacés? —me encara Mariela sorprendida—. Esa es mi colita.

En un descuido de Ella, fui por detrás y le saqué de un tirón la colita del pelo.

—Me gusta cómo te queda el pelo suelto —la piropeé.

Volvió a sonreír, pero esta vez achinando los ojos. Parece que le dio un poco de vergüenza, aunque reaccionó rápido.

—Te la regalo —me dijo.

Y me quedé con su colita del pelo roja. La que usó en esa primera reunión de Básico que animamos juntos. La que guardo para siempre como recuerdo de aquella hermosa mañana. La que me señala a cada instante que mientras yo creo que le estoy sacando algo, Ella me lo está regalando. 


("Diario de Alguien que Espera", capítulo 12 fragmento... borrador)

jueves, 27 de agosto de 2020

Los 15 de Lu

 

Quince. Increíble. (Quiero empezar a escribir y ya estoy llorando). Tanto por decirte, hijita. Tanto por agradecerte. Tanto por desearte. Te soñamos desde siempre con tu mamá. A vos y a tu hermano. Y ese sueño era hermoso, pero la realidad lo superó. (Se me hace un nudo en la garganta).

Quince. Increíble. Recuerdo el día que nos enteramos que ya estabas entre nosotros, chiquitita, de semanas, dentro del vientre de mami. Meses hablándote, acariciándote desde afuera, sintiéndote moverte, patear… hasta que naciste.

Quince. Increíble. Las primeras risas y los primeros llantos. ¿Tenés idea lo que fue escucharte decir “papá” por primera vez? ¿O que vengas dando esos primeros pasitos hasta que podía abrazarte, deseando que no tropieces de camino?

Quince. Increíble. El jardín. Los cumpleaños. Los amigos. La primaria. Las vacaciones. Los juegos. Los clubes. Los scout. Tus shows. Tanta vida compartida que a veces parece que pasa tan rápido.

Quince. Increíble. Las series. La secundaria. Las charlas. Las contestaciones. Los chistes. Las quejas. Las comidas. Y verte crecer, madurar. Tan inteligente, tan linda, tan buena… (hago una pausa… otra vez estoy llorando y esta vez me cuesta parar).

Quince. Increíble. Y sos feliz. Y contagias alegría. A pesar de… (ahora sí soy un mar de lágrimas, hijita). Te voy a contar algo. La última vez que tu vieja sintió miedo, y tengo registro de eso, fue una noche, en la terraza, solos, allá por febrero de 2018. Tuvo miedo de morirse. Como todos quizás, aunque después no lo vivió así. Pero aquella noche sí. Y su miedo, su dolor más grande en realidad, era no poder estar en los momentos importantes de la vida de sus hijos. Tuyos, Lu, y de Nico. Y expresamente me nombró tus Quince. Ella quería estar hoy, acá, con nosotros, con vos. Y está. No como quisiéramos, pero está. Y lo sabemos. Y lo sabés.

Quince. Increíble. Te veo así, tan grande, tan… Tan Lu. Porque eso sos. Sos Lu. Única y especial. (escucho tu voz en mi cabeza diciendo “soy crack, pá”). Estoy convencido, y cada día más, que Dios te llama a dar muchos frutos. Siempre voy a estar, como pueda, como también mamá, para que se cumplan tus sueños. Y ojalá te pase como a nosotros: que la realidad los supere, así como vos superaste ese sueño de nuestra hija que tanto tiempo fuimos construyendo sin conocerte. Gracias por tanto. ¡Feliz Vida, hija! Te amo con todo mi ser. Papá.

lunes, 24 de agosto de 2020

24 de agosto de 1997

"Del 22 al 24 de agosto estuve participando de un retiro llamado Camino de Emaús

Durante el retiro no podía dejar de pensar en Ella. Llevaba una semana perdidamente enamorado y lo vivía así. En la carpeta donde tomábamos notas de las charlas aparecía su nombre en cada hoja, en cada margen, en cada espacio, rodeado de corazones. Estaba muy mal…

Lo más fuerte es que mientras yo estaba escribiendo su nombre y la forma en que la llamábamos en las hojas de mi carpeta del retiro, Ella estaba haciendo lo mismo en su diario íntimo. Lo mismo, en realidad, no. Ella no estaba escribiendo su nombre y la forma en que la llamábamos sino que estaba escribiendo mi nombre y mi apodo en su diario íntimo.

—Espere. Va muy rápido —me frenó el Monje. Queremos hacerle varias preguntas antes de continuar escuchando su historia…

—¿Cómo sabe lo que Ella escribió, cuándo y qué, en su diario íntimo? —me cuestionó el Monje.

—Tiempo después me lo dijo… En realidad, me lo leyó y me lo mostró.

—¿Y qué escribió? —repreguntó de inmediato.

—Con fecha 24 de agosto narró los sucesos del 15 al 18 de ese mes con muchos de los detalles que yo mismo les acabo de contar. Y al final del relato, luego de haberse despedido de su diario, a quien le hablaba como si fuera una persona, informándole que se iba a dormir, se puede leer: «Pero antes quiero contarte que en el Tano encontré una persona muy especial y que si seguimos así vamos a ser grandes amigos».

Friend zone —pronunció el Nacho en un inglés muy latino.

En aquel momento no tenía la menor idea de lo que pasaba por la cabeza y el corazón de Ella. Obviamente no había leído su diario íntimo. Pero entiendo que haber aparecido allí, en esa ventana a su alma, no era casualidad. Y lo había logrado en muy pocos días. Ya me consideraba por aquel entonces «una persona muy especial» y la relación se encaminaba a profundizarse".

(Algo que lo cambió todo, capítulo 10; fragmento)

sábado, 15 de agosto de 2020

Y un día te cae la ficha

Y un día te cae la ficha. Tu hija tiene la misma edad que tenía su madre cuando la conociste. Se te vienen muchos años encima. Y tomás conciencia del paso del tiempo.

En poco más de diez días Lu estará cumpliendo sus Quince; a Mary la conocí un poco más de diez días antes de sus Quince.

Mi primer registro de haberla visto es de un 3 de mayo de 1997. Es cierto, vale la pena comentarlo, que algunas fuentes dan cuenta de encuentros furtivos en los arbustos de la plaza Ciudad de Banff durante nuestra niñez. No hay pruebas pero tampoco dudas. Sin embargo podemos afirmar que nos conocimos en aquel retiro de JuvenCor del 3 y 4 de mayo del 97. El 14 de mayo cumplía sus Quince y el 17 los festejaba… y con apenas días de conocerla, allí estuve.

Hoy es 15 de agosto de 2020 y Lu cumple sus Quince el 27. Y te cae la ficha.

Ayer fue el segundo aniversario de la partida de Mary, quien se nos adelantó a poner el agua para el mate aquel doloroso e inolvidable 14 de agosto de 2018. En esa fecha tan significativa logré, ¿decidí?, terminar mi novela. La primera de varias, espero. La novela que da cuenta –ALERTA SPOILER- cómo la conocí a Mary allá por el 3 y 4 de mayo, cómo nos hicimos amigos a partir de un 15 de agosto, la carta que lo cambió todo un 9 de febrero, cómo nos pusimos de novios –nueve días después- un 18 del mismo mes y tantas cosas más…

Hago un párrafo aparte para comentar un dato de color: la particular relación entre mis fechas con Mary y mis abuelos. Mi abuelo Antonio falleció un 14 de agosto del 97; Mary en la misma fecha pero veintiún años después. Aquella muerte tuvo mucho que ver con el inicio de nuestra amistad que ubicamos en el 15 de agosto del 97, un día después, y solíamos decir que nos había hecho gancho desde el cielo. Lo que sucedió el 9 de febrero del 98, en el primer cumple de mi abuelo sin estar por estas tierras, fue algo que lo cambió todo en nuestra historia de amor. Otro guiño. Y el 18 de febrero, día de nuestro primer beso y comienzo del noviazgo, era el cumpleaños de mi otro abuelo: Manolo. Por último, algo que recién puedo relacionar ahora, mi abuela Lola falleció el 4 de mayo de este año, veintitrés años después de aquel retiro donde la conocí a Mary. Y me queda una abuela que falleció un día antes de su cumple; se fue un 9 de abril siendo que había nacido el 10. Esos finales un día antes del aniversario del comienzo. Como nos pasó con Mary hace 2 años: se fue el 14, antes de poder celebrar el 15.

El 15 de agosto, desde aquel día de 1997, siempre fue una fecha muy especial; seguimos celebrándolo, tanto de novios como de esposos. El del 2002 pasó a ocupar ahora un lugar especial porque me permitió reorientar mi duelo dieciséis años después dando origen a este blog titulado “Diario de Alguien que Espera”.  El último fueron los 20 años, en 2017, porque al siguiente Ella ya no estaba.

Por todo lo que pude poner en palabras es que resulta tan simbólico que hoy, 15 de agosto, los lectores cero hayan empezado a recorrer mi primera novela: “Algo que lo cambió todo”. En septiembre, con sus devoluciones, haré una revisión final antes de ingresar en la etapa de corrección y edición. Luego me tomaré un tiempo para presentarla en concursos, antes de enviar originales a las editoriales. Y me guardo una opción más, en caso de que lo anterior no resulte: autopublicarla para el 18 de febrero de 2022, día en que cumpliríamos nuestras bodas de plata como novios.

Diario de Alguien que Espera

Diario de Alguien que Espera con FE...

De fechas y señales...

Mi abuelo Antonio, Mary y los guiños

Mayo del 97

15 de agosto de 1997

"Días después, el 14 de agosto, muere mi abuelo Antonio, el esposo de Doña Lola. Tenía cáncer y la venía luchando desde hacía varios años. Una metástasis en huesos terminó por matarlo. «Julio te prepara y agosto te lleva», solía decir y tuvo razón. Muerte, cáncer, dolor, un 14 de agosto. Anoten...

Al día siguiente, en la mañana del viernes 15 de agosto, fue el entierro. Por la noche, y con el corazón dolorido, fui a la reunión de JuvenCor. Estuve en el mismo grupo con Vani -quien luego sería una gran amiga- y Ella. El tema a charlar era cuándo acudíamos a Dios, en qué situaciones, por qué razones. Justo venía de la muerte de mi abuelo por lo que me llegó mucho. Vani, en cambio, lo relacionó con sus desventuras amorosas. Había cortado con Alejo, su novio de toda la vida, y casi sin quererlo se había convertido en terreno propicio para mi amigo el picaflor: Mario. Ella, por su parte, nos escuchó a ambos. En realidad, ahora que lo digo, me parece que empezó hablando…

—Che, Tano, ¿qué pasó con tu papá?

—¿Con mi papá?

—Sí. Pasé por la fábrica de pastas, la vi cerrada y leí un cartel que decía: «Estamos con papá».

Ella era de meter la pata cada tanto pero, en este caso, fue un lindo disparador para que cuente lo de mi abuelo. Y a partir de ahí sí nos escuchó.

Cuando finalizó la reunión nos fuimos a cenar a la casa de uno de los pibes. Maxi -el anfitrión-, Celeste –la famosa C-, Mario, Vani, Ella y yo. Podría decirse que fue una salida fundacional. Ahí nació un hermoso grupo de amigos que se hizo subgrupo dentro de la gran comunidad. Y algunos vimos, además, un par de parejas –dos-; pero no todos deseamos las mismas.

Después de comer unas milanesas con papas fritas, y una extensa y entretenida charla, nos volvimos a pie dejando a cada cual en su casa. Maxi ni salió, como era de esperar. Primero acompañamos a Vani y luego a Celeste, quedando Mario, Ella y yo para el final. Salimos de Goya, allá en Floresta, y encaramos para Gualeguaychú y Bacacay. Después bajamos por Segurola hasta Jonte y, finalmente, nos quedamos un rato en Arregui y Cervantes. Ese fue el recorrido, según recuerdo.

—No nos interesa —me cortó el Negro.

Hasta acá parecía un día más. Era bastante común que, una vez finalizadas las salidas, los varones acompañásemos a las chicas hasta sus casas. Se solía dar, por ejemplo, el siguiente diálogo:

(Una chica hablando por teléfono con su madre)

—Ma, ya voy para casa.

—Era hora. Es tardísimo.

—Sí, ma, ya voy.

—¿Sola?

—No, me acompañan los chicos.

—Ah, entonces me quedo tranquila.

Evidentemente, no nos conocía.

Al dejar a Mario en su casa, anteúltima parada del recorrido, y siendo ya más de las cuatro de la mañana, quedamos solamente Ella y yo. Entonces, haciendo gala de caballero, le ofrecí el brazo para llegar caminando hasta su hogar. Ella aceptó gustosa. Quizás nunca la había visto con otros ojos hasta ese momento. Me sentía en las nubes. Caminaba como si fuese por el aire. Desde Cervantes, por Arregui derecho, fuimos hasta Cortina. Unas seis cuadras. Creo que Ella me iba hablando sobre algún tema de bueyes perdidos. No me importó. No podía escucharla. Ese día era la primera vez que llegaba tan tarde a mi casa y, además, enamorado."

(Algo que lo cambió todo, capítulo 4; fragmento... borrador)