Diario del alma, el corazón, de una persona que amó y se sintió amado, que ama y se siente amado, y que va dando cuentas de cómo sigue viviendo su vida mientras camina al reencuentro definitivo con Ella, quien partió antes para poner el agua para el mate...
miércoles, 23 de diciembre de 2020
Amor y Humor Cómplice
lunes, 21 de diciembre de 2020
Para toda la vida...
Cariño mío
Volando, volando en el cielo dibujas tu nombre
Tu nombre y el mío
Todo parece un sueño cuando estoy contigo
Cariño mío
Me haces tomar conciencia que amo y vivo
Amo y vivo
Este es un amor eterno
Este es un amor sagrado
Para toda la vida (Te quiero)
Para toda la vida
Para toda la vida (Te quiero)
Para toda la vida
Uh-uh, un arcoiris radiante aparece de pronto
Cariño mío
Para pintar con colores tu nombre y mi nombre
Tu nombre y el mío
Este es un amor eterno
Este es un amor sagrado
Para toda la vida (Te quiero)
Para toda la vida
Para toda la vida (Te quiero)
Para toda la vida
Entre el sol y la luna está tu corazón
Entre el sol y la luna está tu corazón
Está tu corazón
Ah-lalala-la, oh
(Está tu corazón)
Este es un amor eterno
Este es un amor sagrado
Para toda la vida (Te quiero)
Para toda la vida
Para toda la vida (Te quiero)
Para toda la vida
Entre el sol y la luna está tu corazón
Entre el sol y la luna está tu corazón (Está tu corazón)
Entre el sol y la luna está tu corazón (Está tu corazón)
Entre el sol y la luna está tu corazón.
Ver y Escuchar "Para toda la vida" por Marcela Morelo
sábado, 19 de diciembre de 2020
Cómo me voy a olvidar...
domingo, 18 de octubre de 2020
Día de la Madre
En estos días te tuve muy
presente. En realidad no pasa un día sin que te recuerde o te hable, pero esta
semanita se puso más intensa. Y me doy cuenta porque suele reflejarse en mis sueños.
Anteanoche tuve un hermoso sueño
donde estábamos los cuatro, compartiendo, riendo. Y al despertar fui a buscar
un video que vinculé con lo soñado: los cuatro, tomando un helado en la costa,
muy divertidos. Y me llamó la atención lo siguiente: vos estás aunque no te
vemos. Estabas filmando. Se escucha tu voz y, principalmente, tus risas, carcajadas.
Y vas hablando con nosotros tres, mientras nos vas mirando. Como ahora. No te vemos
pero seguís estando, nos seguís hablando. Y por eso seguimos riendo. Como puse
en la bajada del video: “Familia feliz en acción”.
Pero anoche tuve otro sueño.
Motivado, tal vez, por un posteo y una charla de hace poco. Pero también por la
relectura de algunas cartas buscando qué decías durante nuestro noviazgo sobre
tu maternidad. Y encontré un montón. Hasta aparecen nombres que fuimos
charlando aunque finalmente no fueron los elegidos. Pero sí queda claro que
hablábamos de tres hijos: dos varones y una mujer. No sé por qué. Y anoche te
soñé en el cielo –casi siempre registro que estás en el cielo, también en
sueños- y embarazada. Y al despertar hoy no tuve dudas: este día de la madre lo
festejamos de a cinco. Porque Nachito ya está con vos en el Cielo, y te estaba
esperando desde antes. Vos siempre lo viviste así. A mí me costaba demostrarlo
pero también estuvo y está presente.
Volviendo a la maternidad (y
paternidad) soñada desde el noviazgo, siempre recordamos la misma anécdota. Era
abril del 98, estábamos en la esquina de Arregui y Victor Hugo, y te dije:
"quiero que mis hijos tengan una madre como vos". Fuerte. Atrevido.
Éramos apenas unos adolescentes jugando al amor. Llevábamos 2 meses de novios.
Pero qué bien que estuve... Hay mil razones que avalan mi temprana intuición,
corroborada cada día de los siguientes 20 años, especialmente los últimos 15
compartidos.
Mi amor... Releo lo que te escribí el último día de la madre
compartido. Qué lindo haberlo escrito y qué lindo saber que siempre fue, es y
será así. No sabía que un año después ya no íbamos a poder llevarte el desayuno
a la cama, o regalarte esas cartitas que tanto te gustaban. Pero estaré
eternamente agradecido a la vida por haberme permitido elegir tan bien a la
madre de mis hijos. Tu eterno enamorado y el padre de tus hijos.
sábado, 17 de octubre de 2020
Todavía te queda mucho por caminar...
Hace días que me persigue la figura de Elías, el
profeta.
Mi viejo me habló de una catequesis del Papa
Francisco y, por lo que me contó, la linkeé con una charla que di en un
campamento de verano de JuvenCor en febrero del 99: la presencia de Dios en la
suave brisa.
Luego encontré en un grupo de Facebook que administro
una publicación donde Francisco –otra vez- dice que Dios envía ángeles a
cuidarnos y levantarnos. El posteo es de mediados de octubre pero el texto
original tiene más de cuatro años. Entré a leerla porque esa imagen está de
alguna manera en mi novela, de manera implícita y… me encuentro con el texto de
la primera lectura –con Elías como protagonista- de aquella misa del domingo 12
de agosto del 2018, donde Mary se despidió de todos sabiendo –Ella- que se iba
directo al Cielo.
Lo primero que hice, entonces, fue ir a leer la
catequesis del Papa, del miércoles 7 de octubre. Es sobre “La oración de Elías”.
Y allí dice todo. Me hizo muy bien leerla y rezarla.
Lo siguiente fue ir a buscar la lectura completa de
aquel 12/8 y releer mi posteo en el blog de aquel momento (tomado de mis redes
sociales). Y la clave hermenéutica era Mary que se estaba muriendo, sin duda. En
esa misa familiar que hicimos en nuestra pieza yo leí la primera lectura. Como pude.
Y me imaginé al ángel que le hablaba a Elías diciéndole lo mismo a Mary. Días
después alguien me hizo notar que quizás me estaba hablando a mí: “¡Levantate, comé, porque todavía te queda
mucho por caminar!”. Y, sin darme cuenta, esa frase puede sintetizar
la novela… y toda mi vida desde hace poco más de dos años.
Y ya que estaba fui a releer el Evangelio de aquel
día. Y registré que en aquella oportunidad no estaba preparado para leerlo,
escucharlo, con toda la profundidad que tiene hoy. Allí sí hablaba de Mary,
clarito:
“Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre
que me envió; y yo lo resucitaré en el
último día… Les aseguro que el que
cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida... Yo soy el pan vivo bajado
del cielo. El que coma de este pan
vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.
La oración de Elías (Catequesis del Papa Francisco, 07/10/2020)
Papa Francisco: Dios envía ángeles a cuidarnos y levantarnos
sábado, 3 de octubre de 2020
Peregrinación Juvenil a Luján (1997)
“Al sábado siguiente, 4 de octubre, era la
Peregrinación Juvenil a Luján. Siempre me gustó esa expresión de religiosidad
popular y, realmente, quería compartirla con Ella. Mariela nunca había
participado y al principio no quería, pero finalmente la convencí. Se hizo
desear pero aceptó gustosa. Y me dejó bien en claro que iba por expreso pedido
mío. Es que en esa primera carta que le escribí en mi vida, la del retiro de Emaús, le había dicho: «P.D.2: Te
pido que vengas a Luján porque para mí es una experiencia muy linda y muy
fuerte, y me encantaría compartirla con la gente que más quiero». Yo, por
mi parte, le hice una promesa a la Madre del Pueblo, a la Virgencita Lujanera:
si algún día, Dios lo permita, nos ponemos de novios con Ella, iría cada
aniversario a darle gracias.
El viernes 3 de octubre, un día antes, había sido
muy particular porque era la primera vez que la pasaba a buscar, íbamos solos
caminando hasta el cole, participábamos de la reunión, nos íbamos solos antes
de que termine, y también nos volvíamos caminando juntos hasta su casa. «¿La carta
habrá causado el efecto deseado?», me preguntaba.
Finalmente, ese sábado a la mañana salimos en
Peregrinación. Nos encontramos en la Parroquia San Rafael y, después de las
clásicas recomendaciones e indicaciones, empezamos a caminar. Fuimos hasta San
Cayetano de Liniers y nos sumamos a la gran columna que ya había iniciado el
recorrido unas horas antes, y parecía no tener fin. Al rato de estar pateando
por Rivadavia se largó una lluvia torrencial. Nos empapamos de inmediato pero
seguimos caminando. Y al llegar a la primera parada del recorrido, en Morón,
los responsables parroquiales nos dijeron que debíamos volver.
— Ni loco —dije—. Nosotros seguimos...
— Los micros ya están viniendo. El que sigue, lo
hace por su cuenta. Los menores no tienen opción.
Estaba hablando de nosotros. Yo tenía diecisiete, y
era el mayor de nuestro grupo de amigos. Ella tenía quince, y era la más chica.
Por lo tanto, a la tarde ya estábamos en nuestros hogares, molestos, mojados e
indignados.”
(Fragmento borrador de “Vale la pena”, capítulo 15)
Luján
Hace poco escribí y compartí un
texto sobre las diferentes formas de narrar nuestras vidas; en mi caso, por
ejemplo, a través de distintas advocaciones de la Virgen María. Una de ellas,
sin lugar a dudas, es Luján.
Lo primero que me viene a la cabeza,
al corazón, son las peregrinaciones. Mi primera vez caminando fue en el 96,
estando en 4to año… y me quedé en Rodríguez, aunque terminé llegando en micro.
El año siguiente fue muy especial, en muchos sentidos, y uno de los mojones que
tenía marcados en mi agenda era la Peregrinación Juvenil a Luján. En septiembre
de ese año Mary –Mariela por ese entonces, con quien recién empezábamos una linda
amistad- estaba de retiro y le mandé una carta donde le escribía: “Te pido que vengas a Luján porque para mí es
una experiencia muy linda y muy fuerte, y me encantaría compartirla con la
gente que más quiero”. Y aceptó. Fuimos con JuvenCor por la
Parroquia San Rafael. Pero ese año, al llegar a Morón, una lluvia torrencial y
nuestro ser menores de edad nos impidió seguir. Volvimos con Mary, como novios
y esposos, caminando y como apoyo, con el grupo juvenil de la Parroquia del
Perpetuo Socorro, con amigos, en comunidad, varias veces. Gracias a Dios… y a
María.
Un rito hermoso que iniciamos en el
99 fue intentar ir los 18 de febrero, en nuestro aniversario de novios, a
Luján. A pasar el día, tomar unos mates, charlar, comer un asadito, caminar a
orillas del río y, obviamente, darle gracias a nuestra Madre en la Basílica. De
los 6 aniversarios habremos ido en 4… pero esa linda costumbre de ir a Luján
continuó de casados, en familia. Y fuimos de a 2, de a 3, de a 4… y en familia
grande también.
Durante varios años, a su vez, pude
ir como animador o dirigente en campamentos parroquiales y como profe con los
colegios. Siempre yendo a Luján, siempre sintiéndome, sintiéndonos, acompañado(s)
por la Virgencita Lujanera. Ayer, hoy y siempre. Amén.
Y este año me encuentra peregrinando de otra manera, dejando que Ella nos venga a visitar. Madre del Pueblo, rogá por nosotros.
Yo te extrañaré...
Y una canción lleva a la otra sin que yo lo decida...
Yo te extrañaré
Tenlo por seguro
Fueron tantos bellos y malos momentos
Que vivimos juntos
Los detalles
Las pequeñas cosas
Lo que parecía no importante
Son las que más invaden mi mente
Al recordarte
Ojalá pudiera devolver el tiempo
Para verte de nuevo
Para darte un abrazo
Y nunca soltarte
Mas comprendo que llegó tu tiempo
Que Dios te ha llamado
Para estar a su lado
Así Él lo quiso
Pero yo nunca pensé, que doliera tanto
Ya no llores por mí
Yo estoy en un lugar, lleno de luz
Donde existe paz
Donde no hay maldad
Donde puedo descansar
No llores por mí
Es tan bello aquí
Nunca imaginé
Quiero que seas feliz
Que te vaya bien y cuando te toque partir
Espero verte aquí
Yo te extrañaré
Tenlo por seguro
Cómo pensar que la vida
Puede terminar en un segundo
La vida es polvo puede esparcirse
En un momento
Nada trajiste nada te llevarás
Solo lo que había dentro
Ojalá pudiera devolver el tiempo
Para verte de nuevo
Para darte un abrazo
Y nunca soltarte
Mas comprendo que llegó tu tiempo
Que Dios te ha llamado
Para estar a su lado
Así Él lo quiso
Pero yo nunca pensé, que doliera tanto
Ya no llores por mí
Yo estoy en un lugar, lleno de luz
Donde existe paz
Donde no hay maldad
Donde puedo descansar
No llores por mí
Es tan bello aquí
Nunca imaginé
Quiero que seas feliz
Que te vaya bien y cuando te toque partir
Espero verte aquí
Yo te extrañaré, tenlo por seguro
Sé que estás aquí...
No sé si fueron las cookies, el dispositivo smart o Dios... pero estaba pensando en Mary, recordando y...
Aunque mis ojos, no te pueden ver
Te puedo sentir, sé que estás aquí
Aunque mis manos, no pueden tocar
Tu rostro..., sé que estás aquí.
Coro:
Mi corazón puede sentir Tu presencia
Tú estás aquí, Tú estás aquí
Puedo sentir Tu majestad
Tú estás aquí, Tú estás aquí
Mi corazón puede mirar Tu hermosura
Tú estás aquí, Tú estás aquí
Puedo sentir Tu gran amor
//Tú estás aquí, Tú estás aquí//
viernes, 2 de octubre de 2020
Ojalá se repita…
Ya pasaron dos años de estos
posteos y tres del viaje (y las fotos). Pero Facebook insiste en traerlos en
forma de recuerdos…
En octubre de 2017 nos fuimos a
las Cataratas. Resultó ser nuestro último viaje familiar, los cuatro, aunque en
ese momento no lo sabíamos. Mary quizás lo intuía y por eso insistía tanto en
hacerlo. Yo ponía varios “peros” (trabajos, escuela, plata, etc.). Ella, luego
de la operación y en medio de la quimio, me dijo: “Quiero que vayamos. Pongamos fecha, saquemos los pasajes, reservemos
lugar y no lo pensemos más”. Y, como siempre, mirada y sonrisa mediante, me
convenció. Y gracias a Dios que lo hizo. Un año después me hubiera arrepentido
mucho. Por eso, cuando mi terapeuta me preguntó si nos había quedado algo
pendiente pude contestar con certeza: solamente envejecer juntos.
Ese viaje, como bien dijo Lu en
aquel momento, “fueron las mejores
vacaciones de la vida… y más en familia”. Y qué lindo saber que los cuatro
juntos fuimos felices hasta el final, y especialmente en el último tiempo… y lo
seguimos siendo, a pesar de, con Ella, porque se lo prometimos.
Mirando las fotos, reviviendo los
momentos de aquellas vacaciones, de aquel viaje familiar, vuelvo a llorar.
Duele. Sigue doliendo. Duele su ausencia porque su presencia nos llenaba de
alegría. Sin embargo siempre lo supe: el que se arriesga a amar se compromete a
sufrir, pero sufrir por amor vale la pena.
Ojalá se repita… en el Cielo.
Amén.
miércoles, 30 de septiembre de 2020
Historia de un Alma
sábado, 26 de septiembre de 2020
Vale la pena
No, no es una novela nueva; solo le
cambié el título. Sí, otra vez. Pero no es solamente eso… Ingresé en otro
proceso de reescritura. Les comparto.
Esta obra nació como novela hace,
más menos, 15 años. Pero es hija y deudora de textos previos de géneros
diversos (epistolar, diario personal y hasta musical).
A lo largo de estos años fue
teniendo distintos títulos (este es el sexto), diferentes enfoques, objetivos,
registros, estilos literarios, proyectos... que, a su manera, quedaron
sedimentados en capas que eran todavía identificables.
En septiembre de 2018 me propuse
retomar la escritura de esta obra luego de una pausa, un descanso, ¿un
abandono?, de varios años. La muerte del amor de mi vida lo cambió todo y la escritura
me ayudó a transitar, reorientar, el duelo.
Tiempo después me decidí y me
puse plazos que fui cumpliendo.
El 14/8 di por finalizada la
primera versión borrador.
El 15/8 la envié a 7 lectores
cero para tener una primera devolución.
El 30/8 arribé a un texto
superador, y durante la primera semana de septiembre lo estuve compartiendo con
otra gente cercana.
El 8/9, finalmente, se lo envié a
una profesional para que realice un informe de lectura que me llegó este 23/9.
El 24/9 me decidí a tomar el
texto como un borrador y comenzar a trabajar nuevamente en la novela, pero desde
otro lugar.
Este recorrido, este camino, fue
muy enriquecedor y me fue transformando en múltiples sentidos. Me refiero a los
tantos años de escritura, especialmente los últimos dos, pero también a ir
recibiendo una retroalimentación con las y los lectores. Al principio me
enojaban algunos comentarios –al fin y al cabo estaban opinando sobre mi vida-
pero fui aprendiendo –más rápido de lo que hubiera pensado- a ser receptivo y
proponerme como objetivo mejorar la novela.
Es una hermosa experiencia saberte
leído por otras y otros que se emocionan con tus palabras, que ríen y lloran,
que se sienten identificados, interpelados, que empatizan con los personajes,
que se enojan, disfrutan… y que, a pedido mío, tienen la libertad de hacerte
devoluciones, planteos, preguntas, sugerencias. Me ayudó –y mucho-a mejorar el
texto.
Pero las 14 o 15 personas que
leyeron la novela son cercanas, conocen la historia y saben que es una obra autobiográfica.
En cambio, el informe de una desconocida generó un antes y un después. En gran
medida por sus aportes desde lo profesional pero también por su lectura desde otra
distancia.
Y acá estamos hoy, intentando
hacer literatura. El informe me ayudó a objetivar muchas cosas que yo mismo me
planteaba pero en las que me costaba tomar una –dolorosa- decisión. Se
explicitaron también algunas consideraciones ya realizadas por lectores cero. Y
algunos análisis puntuales me terminaron por definir para hacer un cambio más
de fondo.
La historia sigue siendo la
misma; es el corazón de la novela. Pero ahora me senté a repensar la estructura
narrativa y todo lo que eso implica. Escribir de cero el comienzo. Reescribir
el final. Quizás reorganizar alguna fecha. Y “podar la hojarasca”, en palabras
de un amigo (eliminar ensayos, poemas, canciones, descripciones que dispersan,
etc.). Solo eso llevó a que las más de 45 mil palabras se conviertan, de un
plumazo, en 27 mil. Y las 242 páginas bajaron a 149.
Pero no alcanza. También me
propuse trabajar más en los personajes. Depurar los que son innecesarios en la
historia aunque hayan sido importantes para el autor (para mí, ja). Profundizar
en las fichas, principalmente con su personalidad, su carácter, trabajando
algunas incoherencias (¿reales o producto de la deformación de la memoria?).
Cambiar casi todos los nombres para alejarlos más de la “history” y llevarlos
con libertad a la “story”. No hacer un relato científico, exacto, sino escribir
una narrativa mítica.
Es un lindo desafío que saboreo
poder encarar. Y seguramente tiene que ver con un proceso personal (bio-psico-socio-espiritual)
por el que ando rumbeando.
¿Vale la pena? Sí. Vale la pena.
P.D.: Al que quiera leer la última versión del “Diario de Alguien que Espera”, con toda su fidelidad a lo autobiográfico, me lo puede pedir (comentando acá o por privado). Lo tengo en pdf para leer en digital...
martes, 15 de septiembre de 2020
La Fiesta del Milagro, Salta y Nuestra Vida
Hay diferentes formas de narrar nuestras vidas.
Una es con fechas importantes,
con recuerdos que marcaron nuestra historia.
Otra es a partir de personas con
las que fuimos compartiendo momentos, lugares y tiempos.
Hago todo eso y cada vez más seguido. Las fotos y los videos ayudan también. Pero tengo otros recursos…
Para hablar de mis viajes, por
ejemplo, están los mates. De cada lugar que visitamos en familia nos trajimos
uno. Costumbre que incorporaron Lu y Nico estos últimos dos años. También se
suma un objeto típico del lugar con alguna inscripción, es cierto. Y el primero
de todos, como novios, fueron dos tazas. Objetos que evocan. Y no solo lugares
recorridos. También tengo, por ejemplo, dos yerberas: una que compramos en
nuestra luna de miel y otra para nuestro décimo aniversario de casados.
Otra manera de contar la historia
de mi vida es a través de canciones. Tienen que ver con épocas, con la letra,
con algo compartido o un mensaje oportuno.
Algo similar me sucede con los
libros. Me llevan a momentos de mi vida donde los compré o los leí. Pero muchos
de ellos, gracias a sus dedicatorias, ayudan a poner en palabras un algo más
todavía.
Por último, en mi caso y sin
querer ser taxativo, aparecen los símbolos religiosos. A través de advocaciones
de la Virgen, de santos, de diferentes maneras de llamar a Jesús, también puedo
dar cuentas del relato de mi vida. A su vez, cada símbolo tiene que ver con un
lugar, con una situación, con una decisión.
15 de septiembre de 2002. Salta.
Ese día, ese lugar. Ahí se contextualiza la foto. Con Mary, de novios, juntos,
tomando gracia. De aquel viaje recuerdo
muchos lindos momentos compartidos. Si bien pasamos por la Capital, elegimos ir
a vivir la Fiesta del Milagro al lugar original, no al turístico, al menos masivo
pero más popular: a Piquete de Hanta. Fue toda una travesía llegar a ese lugar,
pero valió la pena. Durante mucho tiempo hablamos de aquella experiencia como
un encontrarnos con Dios en los hermanos más pobres de nuestro país.
Recuerdo que soñamos irnos a vivir a Salta; sueño que, al tiempo, dejamos de lado por pensar en nuestros hijos. Pero de alguna manera estos recuerdos, este sueño, se hicieron presentes en la novela. Cuando la lean, entenderán…
lunes, 14 de septiembre de 2020
Por tu ausencia...
Algunos años han pasado ya,
Y mi
corazón no deja de llorar
Por tu
ausencia, por tu ausencia.
Y no
comprendo yo
Porque te llevó Dios
Y te quito de mí.
También te quiero yo
Sin ser tu Creador
Naciste para mí.
Yo te
canto de corazón
Yo te canto con mi voz,
Yo te canto de corazón
Yo te canto con mi voz.
Y si me
falta la voz
Yo te canto con las manos
Y si me faltan las manos
Yo te canto con el corazón
Y si me falta el corazón
Es que en cielo estamos los dos.
Ver y Escuchar "Por tu ausencia" (Sandra Mihanovich y Marcela Morelo)
domingo, 6 de septiembre de 2020
Hoy es un día muy especial...
—Hoy es un día muy especial para mí —me susurró Mariela al saludarme.
Y yo respondí con una tierna sonrisa y una
dulce mirada. En realidad fue la reacción espontánea, casi en espejo, a su
tierna sonrisa y su dulce mirada.
Ese sábado 6 de septiembre fue la primera
reunión de JuvenCor Básico y animamos juntos. Todos los días de esa semana pasé
por su casa para preparar lo que íbamos a hacer y ultimar detalles. Estábamos
muy comprometidos. Ella estaba muy emocionada. Yo estaba muy enamorado.
Muchos pibes de primaria. Una reunión
brillante. El Sensei, a unos pasos, me miraba y asentía con la cabeza como
corroborando que habíamos tomado una sabia decisión aquella noche. Al rato me
guiñaba un ojo insinuando que, de ahora en más, dependía de mí cómo seguía la
otra parte de aquella charla.
Ella estaba con un jean y una remera, pero lo
que más recuerdo de su vestimenta aquella mañana era su campera, buzo o
saquito. Nunca fui bueno para nombrar o categorizar la ropa. La marca, Scombro. Amplia, como tejida, con
capucha. Combinaba distintos colores: azul, rojo y blanco. Le quedaba muy pero
muy linda. Iba y venía, y no podía dejar de observarla.
Entre las cosas que llevé tenía un cuaderno
grande, de esos llamados universitarios. En la primera hoja, a modo de
carátula, había escrito «JuvenCor» en colores. A medida que avanzaba la reunión
le iba agregando cosas. En un momento, arriba a la derecha, la fecha: «6/9/97».
Después escribí «Aguante» arriba de «JuvenCor» de modo que se forme un «Aguante
JuvenCor». Más adelante agregué un «y el Tano» debajo de «JuvenCor». Ahora
podía leerse «Aguante JuvenCor y El Tano». Salí, fui, busqué algo, volví y…
alguien había osado intervenir en mi obra de arte. No sé cómo ni por qué pero
reconocí la letra; «y Mariela también», decía entre paréntesis y con letra
minúscula de imprenta. La miré como haciéndome el malo, con la mirada fija,
entrecerrando un poco los ojos, juntando mis labios, y repitiendo mentalmente «quiero
que pienses que estoy enojado». Ella me miró, sonrió y me desarmó en una
milésima de segundo. Nada duró mi acting
de enojo. Le devolví otra sonrisa. Sus ojos brillaron y seguramente los míos
también. Tomé la hoja, puse una flecha y escribí «puede ser». Firmé «Jerónimo»
y cerré el cuaderno.
Terminó la reunión. Nos miramos entre los
animadores y era todo satisfacción. Tarea cumplida. El primer encuentro fue un
éxito, tanto en convocatoria como en la alegría de los pibes que nos saludaban
al despedirse. Los padres se los llevaban, nos felicitaban y nos agradecían. Me
dejé llevar por ese instante de felicidad que me inspiró y…
—¿Qué hacés? —me encara Mariela sorprendida.
—No me diga que le tocó el culo — comenta el
Nacho mientras se toma la cabeza.
—Nooo. ¿Usted está loco?
—Entonces… ¿qué hizo? —pregunta el Monje.
—Dejen que les cuente…
Me molesta mucho que me interrumpan cuando
estoy narrando una historia; es como si se contaminara el relato. Recupero lo dicho
con anterioridad y prosigo.
—¿Qué hacés? —me encara Mariela sorprendida—.
Esa es mi colita.
En un descuido de Ella, fui por detrás y le
saqué de un tirón la colita del pelo.
—Me gusta cómo te queda el pelo suelto —la
piropeé.
Volvió a sonreír, pero esta vez achinando los
ojos. Parece que le dio un poco de vergüenza, aunque reaccionó rápido.
—Te la regalo —me dijo.
Y me quedé con su colita del pelo roja. La que
usó en esa primera reunión de Básico que animamos juntos. La que guardo para
siempre como recuerdo de aquella hermosa mañana. La que me señala a cada
instante que mientras yo creo que le estoy sacando algo, Ella me lo está
regalando.
jueves, 27 de agosto de 2020
Los 15 de Lu
Quince. Increíble. (Quiero
empezar a escribir y ya estoy llorando). Tanto por decirte, hijita. Tanto por
agradecerte. Tanto por desearte. Te soñamos desde siempre con tu mamá. A vos y
a tu hermano. Y ese sueño era hermoso, pero la realidad lo superó. (Se me hace
un nudo en la garganta).
Quince. Increíble. Recuerdo el
día que nos enteramos que ya estabas entre nosotros, chiquitita, de semanas,
dentro del vientre de mami. Meses hablándote, acariciándote desde afuera,
sintiéndote moverte, patear… hasta que naciste.
Quince. Increíble. Las primeras
risas y los primeros llantos. ¿Tenés idea lo que fue escucharte decir “papá”
por primera vez? ¿O que vengas dando esos primeros pasitos hasta que podía
abrazarte, deseando que no tropieces de camino?
Quince. Increíble. El jardín. Los
cumpleaños. Los amigos. La primaria. Las vacaciones. Los juegos. Los clubes. Los
scout. Tus shows. Tanta vida compartida que a veces parece que pasa tan rápido.
Quince. Increíble. Las series. La
secundaria. Las charlas. Las contestaciones. Los chistes. Las quejas. Las
comidas. Y verte crecer, madurar. Tan inteligente, tan linda, tan buena… (hago
una pausa… otra vez estoy llorando y esta vez me cuesta parar).
Quince. Increíble. Y sos feliz. Y
contagias alegría. A pesar de… (ahora sí soy un mar de lágrimas, hijita). Te
voy a contar algo. La última vez que tu vieja sintió miedo, y tengo registro de
eso, fue una noche, en la terraza, solos, allá por febrero de 2018. Tuvo miedo
de morirse. Como todos quizás, aunque después no lo vivió así. Pero aquella
noche sí. Y su miedo, su dolor más grande en realidad, era no poder estar en
los momentos importantes de la vida de sus hijos. Tuyos, Lu, y de Nico. Y
expresamente me nombró tus Quince. Ella quería estar hoy, acá, con nosotros,
con vos. Y está. No como quisiéramos, pero está. Y lo sabemos. Y lo sabés.
Quince. Increíble. Te veo así, tan grande, tan… Tan Lu. Porque eso sos. Sos Lu. Única y especial. (escucho tu voz en mi cabeza diciendo “soy crack, pá”). Estoy convencido, y cada día más, que Dios te llama a dar muchos frutos. Siempre voy a estar, como pueda, como también mamá, para que se cumplan tus sueños. Y ojalá te pase como a nosotros: que la realidad los supere, así como vos superaste ese sueño de nuestra hija que tanto tiempo fuimos construyendo sin conocerte. Gracias por tanto. ¡Feliz Vida, hija! Te amo con todo mi ser. Papá.
lunes, 24 de agosto de 2020
24 de agosto de 1997
"Del
22 al 24 de agosto estuve participando de un retiro llamado Camino de Emaús…
Durante
el retiro no podía dejar de pensar en Ella. Llevaba una semana perdidamente
enamorado y lo vivía así. En la carpeta donde tomábamos notas de las charlas
aparecía su nombre en cada hoja, en cada margen, en cada espacio, rodeado de
corazones. Estaba muy mal…
Lo
más fuerte es que mientras yo estaba escribiendo su nombre y la forma en que la
llamábamos en las hojas de mi carpeta del retiro, Ella estaba haciendo lo mismo
en su diario íntimo. Lo mismo, en realidad, no. Ella no estaba escribiendo su
nombre y la forma en que la llamábamos sino que estaba escribiendo mi nombre y
mi apodo en su diario íntimo.
—Espere.
Va muy rápido —me frenó el Monje—.
Queremos hacerle varias preguntas antes de continuar escuchando su historia…
—¿Cómo
sabe lo que Ella escribió, cuándo y qué, en su diario íntimo? —me cuestionó el
Monje.
—Tiempo
después me lo dijo… En realidad, me lo leyó y me lo mostró.
—¿Y
qué escribió? —repreguntó de inmediato.
—Con
fecha 24 de agosto narró los sucesos del 15 al 18 de ese mes con muchos de los
detalles que yo mismo les acabo de contar. Y al final del relato, luego de
haberse despedido de su diario, a quien le hablaba como si fuera una persona, informándole
que se iba a dormir, se puede leer: «Pero antes quiero contarte que en el Tano encontré
una persona muy especial y que si seguimos así vamos a ser grandes amigos».
—Friend zone
—pronunció el Nacho en un inglés muy latino.
En
aquel momento no tenía la menor idea de lo que pasaba por la cabeza y el
corazón de Ella. Obviamente no había leído su diario íntimo. Pero entiendo que
haber aparecido allí, en esa ventana a su alma, no era casualidad. Y lo había
logrado en muy pocos días. Ya me consideraba por aquel entonces «una persona
muy especial» y la relación se encaminaba a profundizarse".
(Algo que lo cambió todo, capítulo 10; fragmento)
sábado, 15 de agosto de 2020
Y un día te cae la ficha
Y un día te cae la ficha. Tu hija
tiene la misma edad que tenía su madre cuando la conociste. Se te vienen muchos
años encima. Y tomás conciencia del paso del tiempo.
En poco más de diez días Lu
estará cumpliendo sus Quince; a Mary la conocí un poco más de diez días antes
de sus Quince.
Mi primer registro de haberla
visto es de un 3 de mayo de 1997. Es cierto, vale la pena comentarlo, que algunas
fuentes dan cuenta de encuentros furtivos en los arbustos de la plaza Ciudad de
Banff durante nuestra niñez. No hay pruebas pero tampoco dudas. Sin embargo
podemos afirmar que nos conocimos en aquel retiro de JuvenCor del 3 y 4 de mayo
del 97. El 14 de mayo cumplía sus Quince y el 17 los festejaba… y con apenas
días de conocerla, allí estuve.
Hoy es 15 de agosto de 2020 y Lu
cumple sus Quince el 27. Y te cae la ficha.
Ayer fue el segundo aniversario
de la partida de Mary, quien se nos adelantó a poner el agua para el mate aquel
doloroso e inolvidable 14 de agosto de 2018. En esa fecha tan significativa
logré, ¿decidí?, terminar mi novela. La primera de varias, espero. La novela
que da cuenta –ALERTA SPOILER- cómo la conocí a Mary allá por el 3 y 4 de mayo,
cómo nos hicimos amigos a partir de un 15 de agosto, la carta que lo cambió
todo un 9 de febrero, cómo nos pusimos de novios –nueve días después- un 18 del
mismo mes y tantas cosas más…
Hago un párrafo aparte para
comentar un dato de color: la particular relación entre mis fechas con Mary y
mis abuelos. Mi abuelo Antonio falleció un 14 de agosto del 97; Mary en la
misma fecha pero veintiún años después. Aquella muerte tuvo mucho que ver con
el inicio de nuestra amistad que ubicamos en el 15 de agosto del 97, un día
después, y solíamos decir que nos había hecho gancho desde el cielo. Lo que
sucedió el 9 de febrero del 98, en el primer cumple de mi abuelo sin estar por
estas tierras, fue algo que lo cambió todo en nuestra historia de amor. Otro
guiño. Y el 18 de febrero, día de nuestro primer beso y comienzo del noviazgo,
era el cumpleaños de mi otro abuelo: Manolo. Por último, algo que recién puedo
relacionar ahora, mi abuela Lola falleció el 4 de mayo de este año, veintitrés
años después de aquel retiro donde la conocí a Mary. Y me queda una abuela que
falleció un día antes de su cumple; se fue un 9 de abril siendo que había
nacido el 10. Esos finales un día antes del aniversario del comienzo. Como nos
pasó con Mary hace 2 años: se fue el 14, antes de poder celebrar el 15.
El 15 de agosto, desde aquel día de 1997, siempre fue una fecha muy especial; seguimos celebrándolo, tanto de novios como de esposos. El del 2002 pasó a ocupar ahora un lugar especial porque me permitió reorientar mi duelo dieciséis años después dando origen a este blog titulado “Diario de Alguien que Espera”. El último fueron los 20 años, en 2017, porque al siguiente Ella ya no estaba.
Por todo lo que pude poner en palabras es que resulta tan simbólico que hoy, 15 de agosto, los lectores cero hayan empezado a recorrer mi primera novela: “Algo que lo cambió todo”. En septiembre, con sus devoluciones, haré una revisión final antes de ingresar en la etapa de corrección y edición. Luego me tomaré un tiempo para presentarla en concursos, antes de enviar originales a las editoriales. Y me guardo una opción más, en caso de que lo anterior no resulte: autopublicarla para el 18 de febrero de 2022, día en que cumpliríamos nuestras bodas de plata como novios.
Diario de Alguien que Espera con FE...
15 de agosto de 1997
"Días después, el 14 de agosto, muere mi abuelo Antonio, el esposo de Doña Lola. Tenía cáncer y la venía luchando desde hacía varios años. Una metástasis en huesos terminó por matarlo. «Julio te prepara y agosto te lleva», solía decir y tuvo razón. Muerte, cáncer, dolor, un 14 de agosto. Anoten...
Al día siguiente, en la
mañana del viernes 15 de agosto, fue el entierro. Por la noche, y con el
corazón dolorido, fui a la reunión de JuvenCor. Estuve en el mismo grupo con
Vani -quien luego sería una gran amiga- y Ella. El tema a charlar era cuándo
acudíamos a Dios, en qué situaciones, por qué razones. Justo venía de la muerte
de mi abuelo por lo que me llegó mucho. Vani, en cambio, lo relacionó con sus
desventuras amorosas. Había cortado con Alejo, su novio de toda la vida, y casi
sin quererlo se había convertido en terreno propicio para mi amigo el picaflor:
Mario. Ella, por su parte, nos escuchó a ambos. En realidad, ahora que lo digo,
me parece que empezó hablando…
—Che, Tano, ¿qué pasó con
tu papá?
—¿Con mi papá?
—Sí. Pasé por la fábrica
de pastas, la vi cerrada y leí un cartel que decía: «Estamos con papá».
Ella era de meter la pata
cada tanto pero, en este caso, fue un lindo disparador para que cuente lo de mi
abuelo. Y a partir de ahí sí nos escuchó.
Cuando finalizó la
reunión nos fuimos a cenar a la casa de uno de los pibes. Maxi -el anfitrión-,
Celeste –la famosa C-, Mario, Vani, Ella y yo. Podría decirse que fue una
salida fundacional. Ahí nació un hermoso grupo de amigos que se hizo subgrupo
dentro de la gran comunidad. Y algunos vimos, además, un par de parejas –dos-;
pero no todos deseamos las mismas.
Después de comer unas
milanesas con papas fritas, y una extensa y entretenida charla, nos volvimos a
pie dejando a cada cual en su casa. Maxi ni salió, como era de esperar. Primero
acompañamos a Vani y luego a Celeste, quedando Mario, Ella y yo para el final. Salimos
de Goya, allá en Floresta, y encaramos para Gualeguaychú y Bacacay. Después bajamos
por Segurola hasta Jonte y, finalmente, nos quedamos un rato en Arregui y
Cervantes. Ese fue el recorrido, según recuerdo.
—No nos interesa —me
cortó el Negro.
Hasta acá parecía un día
más. Era bastante común que, una vez finalizadas las salidas, los varones
acompañásemos a las chicas hasta sus casas. Se solía dar, por ejemplo, el
siguiente diálogo:
(Una chica hablando por
teléfono con su madre)
—Ma,
ya voy para casa.
—Era hora. Es tardísimo.
—Sí, ma, ya voy.
—¿Sola?
—No, me acompañan los
chicos.
—Ah, entonces me quedo tranquila.
Evidentemente, no nos conocía.
Al dejar a Mario en su casa, anteúltima parada del recorrido, y siendo ya más de las cuatro de la mañana, quedamos solamente Ella y yo. Entonces, haciendo gala de caballero, le ofrecí el brazo para llegar caminando hasta su hogar. Ella aceptó gustosa. Quizás nunca la había visto con otros ojos hasta ese momento. Me sentía en las nubes. Caminaba como si fuese por el aire. Desde Cervantes, por Arregui derecho, fuimos hasta Cortina. Unas seis cuadras. Creo que Ella me iba hablando sobre algún tema de bueyes perdidos. No me importó. No podía escucharla. Ese día era la primera vez que llegaba tan tarde a mi casa y, además, enamorado."
(Algo
que lo cambió todo, capítulo 4; fragmento... borrador)