II
Esta historia comienza un 3 de mayo de 1997. El Movimiento donde me
encontraba, JuvenCor, organizaba un retiro abierto de la comunidad de
mayores para el que se invitó gente de distintos colegios: San
Rafael (mi colegio), Carlos Steeb y Espíritu Santo. Allí la conocí.
Ella, sin embargo, a mí no me junaba. El único dato que tenía
sobre mí era que, en ese mismo retiro, un salame se había cortado
el brazo atravesando un vidrio. A lo sumo sabía que me decían “el
Tano” y era compañero de curso de su hermano.
A la semana siguiente hubo un baile en el colegio. No puedo olvidar
su jean negro y su remera blanca. Hasta ese momento era una más. Una
más, pero muy linda. No llegaba al metro sesenta por lo que podría
decirse que es bajita. Dicen que todo lo que viene en frasco chico es
bueno, excepto el veneno. Con sólo verla uno cae en la cuenta que
derrocha simpatía. Pero no es de las famosas simpáticas, porque
además es hermosa. Sus facciones faciales me resultaron perfectas.
Su sonrisa, desde aquel día, me puede. Su figura me obligaba a
detenerme y contemplarla. Pero, aunque muy linda, seguía siendo una
más. Allí mismo, en ese baile, su prima me invitó al cumpleaños
de quince de Ella que era el sábado siguiente.
El 17 de mayo asistí, junto con varios amigos, a su fiesta de
quince. Recuerdo su entrada y su sorpresa al verme. En realidad se
sorprendió porque no sabía nada de la fiesta. Y tampoco fue al
verme, sino al ver a tanta gente. Es más, sospecho que no me vio. El
cumpleaños pasó, para mí, sin pena ni gloria. Tampoco, quiero
aclarar, buscaba nada... todavía. Todavía... le debo el regalo.
-Siga contando -me dijo el Monje.
Retiro de Juvencor (03/05/1997)
"Recuerdo su entrada y su sorpresa..."
(17/05/1997)
Una de las fotos de su Fiesta de 15 en la que ambos aparecemos
(17/05/1997)
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