viernes, 2 de octubre de 2020

Ojalá se repita…

Ya pasaron dos años de estos posteos y tres del viaje (y las fotos). Pero Facebook insiste en traerlos en forma de recuerdos…

En octubre de 2017 nos fuimos a las Cataratas. Resultó ser nuestro último viaje familiar, los cuatro, aunque en ese momento no lo sabíamos. Mary quizás lo intuía y por eso insistía tanto en hacerlo. Yo ponía varios “peros” (trabajos, escuela, plata, etc.). Ella, luego de la operación y en medio de la quimio, me dijo: “Quiero que vayamos. Pongamos fecha, saquemos los pasajes, reservemos lugar y no lo pensemos más”. Y, como siempre, mirada y sonrisa mediante, me convenció. Y gracias a Dios que lo hizo. Un año después me hubiera arrepentido mucho. Por eso, cuando mi terapeuta me preguntó si nos había quedado algo pendiente pude contestar con certeza: solamente envejecer juntos.

Ese viaje, como bien dijo Lu en aquel momento, “fueron las mejores vacaciones de la vida… y más en familia”. Y qué lindo saber que los cuatro juntos fuimos felices hasta el final, y especialmente en el último tiempo… y lo seguimos siendo, a pesar de, con Ella, porque se lo prometimos.

Mirando las fotos, reviviendo los momentos de aquellas vacaciones, de aquel viaje familiar, vuelvo a llorar. Duele. Sigue doliendo. Duele su ausencia porque su presencia nos llenaba de alegría. Sin embargo siempre lo supe: el que se arriesga a amar se compromete a sufrir, pero sufrir por amor vale la pena.

Ojalá se repita… en el Cielo. Amén.











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