viernes, 18 de junio de 2021

Aunque te duela la muerte de hoy...

Aunque te duela la muerte de hoy, mira la espiga que crece”. Eso decía el último estado de Whatsapp de Mary. Lo escribió en referencia a la muerte de su tía y madrina, un día después de su primer aniversario… y menos de dos meses antes de su propia muerte.

El emoji al final indica que es un tema musical. Para los que no reconocen la frase, les cuento que es de una canción de misa: “Canción del grano de trigo”; quizás el canto de ofrenda que más hayamos entonado juntos durante nuestra adolescencia.

La frase en sí tiene mucha potencia. Deja explicitado que la muerte duele pero, así y todo, hay que mirar eso nuevo que nace y que sigue creciendo. Pero recién en el contexto de toda la letra de la canción cobra pleno sentido. La muerte no es el final sino un nuevo comienzo. El grano de trigo tiene que caer en tierra, desaparecer, morir, para que nazca la espiga. Como dijo Jesús, el Sembrador, Aquel que dio su vida por nosotros, que hace fecunda la muerte, que nos regala la eternidad: “Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24). Y lo reafirma San Pablo, hablando de la resurrección de los cuerpos: “Lo que siembras no llega a tener vida, si antes no muere” (1 Cor 15, 36b).

Casualmente, o no, en estos días vengo preparando, de a poco, con tiempo, una charla que me pidieron para una Escuela de Espiritualidad. Se titula: “Resignificar las ausencias, transitar un duelo, certezas para vivir. En clave de fe”. ¿Y cómo no incorporar este estado de whatsapp, esta canción, estas citas y reflexiones? Lo que tampoco parece ser casualidad es la fecha de esa charla: 12 de agosto, tercer aniversario de la Misa de Despedida de Mary que Ella misma organizó –en nuestra pieza- y celebró, diría presidió… último día que Ella estuvo despierta por estos lados.

Para ir cerrando quisiera quedarme con la foto que Mary dejó en su perfil de Whatsapp, y que acompaña ese último estado pese a que venía de tiempo antes. Es una imagen de nuestras últimas vacaciones familiares los cuatro juntos, seguramente las mejores que vivimos. El que está sacando la foto soy yo mientras los tres, abrazados, me miran. De fondo, las Cataratas, a las que Mary describió como “Paraíso” en ese mismo viaje. Lugar que quisimos visitar durante muchísimo tiempo y recién pudimos concretarlo al final, como para que no nos quede sin hacer; quizás lo único que nos quedó pendiente fue envejecer juntos. Y aunque no sé el porqué de su partida, tengo certeza del reencuentro:

Y un día al Padre volveré, 
a descubrir el secreto 
de la pequeña semilla que fiel 
cobró su herencia en el cielo