martes, 21 de marzo de 2023

Hace 25 años, cumplía 18...


Hace 25 años, cumplía 18… (sí, hagan cuentas)
Busqué una foto de aquel día, y no encontré (tampoco de los años inmediatamente anteriores ni posteriores). Aclaremos que todavía no había digitales y debíamos revelar rollos… (Pendejos atrevidos, abstenerse de comentar).
Sí encontré una de ese año (1998), casi 2 meses después, para el cumple de Mary. Nuestra primera foto como novios, según recordaba Ella. Se nos ve muy felices, sonriendo casi con ingenuidad y ternura. Me miro hoy, un cuarto de siglo después, y pienso: ¿me imaginaba, siquiera, lo que vendría, lo que sucedería, durante los siguientes 25 años? La respuesta, intuyo, es que no. Sin embargo, creo que aquel adolescente que fui soñaba con mucho de lo que la vida y Dios le regalaron después. Aunque, desde luego, ese pibe de 18 jamás tomó conciencia del todo –al menos no en aquel momento- de que las decisiones que estaba(n) tomando a esa corta edad marcarían a fuego su vida, y serían causantes directas de los momentos más felices y más dolorosos de su existencia. El resto de las imágenes, a su manera, dan cuenta de eso.
Cada foto de cumpleaños muestra que sube la edad, suben los kilos y baja la cantidad de pelo. Pero, además, muestra esa felicidad incalculable, imposible de cuantificar, de la vida en familia. Ser dos, tres, cuatro… y volver a ser tres en la foto (aunque sabiéndonos cuatro). 
Hoy soy feliz a pesar de... Hoy sigo siendo feliz, seguimos siendo felices. Felices y valiosos, como me gusta decir. En mi caso, con un año más (que, a esta altura, también se empieza a leer como un año menos).
En 1998, llevaba un mes de novio con quien luego sería mi esposa, la madre de mis hijos... la mujer de mi vida. Motivo de eterna felicidad -que se puede vislumbrar en esos instantes que las fotografías de mis cumples lograron capturar-, a pesar del inmenso dolor que nos golpeó 20 años después.
Por todo eso, me quedo con el saludo que me dejó escrito en mi último cumple compartido con Ella por estas tierras. Y para responder aquella pregunta sobre qué soñaba el adolescente que fui, cito un posteo de Mary: “¿qué más se le puede pedir a la vida? Lo que soñamos ese día pudimos hacerlo realidad”. Y vamos x más...
¡Feliz Vida para mí! (y xa todos!!!)