Y un día te cae la ficha. Tu hija
tiene la misma edad que tenía su madre cuando la conociste. Se te vienen muchos
años encima. Y tomás conciencia del paso del tiempo.
En poco más de diez días Lu
estará cumpliendo sus Quince; a Mary la conocí un poco más de diez días antes
de sus Quince.
Mi primer registro de haberla
visto es de un 3 de mayo de 1997. Es cierto, vale la pena comentarlo, que algunas
fuentes dan cuenta de encuentros furtivos en los arbustos de la plaza Ciudad de
Banff durante nuestra niñez. No hay pruebas pero tampoco dudas. Sin embargo
podemos afirmar que nos conocimos en aquel retiro de JuvenCor del 3 y 4 de mayo
del 97. El 14 de mayo cumplía sus Quince y el 17 los festejaba… y con apenas
días de conocerla, allí estuve.
Hoy es 15 de agosto de 2020 y Lu
cumple sus Quince el 27. Y te cae la ficha.
Ayer fue el segundo aniversario
de la partida de Mary, quien se nos adelantó a poner el agua para el mate aquel
doloroso e inolvidable 14 de agosto de 2018. En esa fecha tan significativa
logré, ¿decidí?, terminar mi novela. La primera de varias, espero. La novela
que da cuenta –ALERTA SPOILER- cómo la conocí a Mary allá por el 3 y 4 de mayo,
cómo nos hicimos amigos a partir de un 15 de agosto, la carta que lo cambió
todo un 9 de febrero, cómo nos pusimos de novios –nueve días después- un 18 del
mismo mes y tantas cosas más…
Hago un párrafo aparte para
comentar un dato de color: la particular relación entre mis fechas con Mary y
mis abuelos. Mi abuelo Antonio falleció un 14 de agosto del 97; Mary en la
misma fecha pero veintiún años después. Aquella muerte tuvo mucho que ver con
el inicio de nuestra amistad que ubicamos en el 15 de agosto del 97, un día
después, y solíamos decir que nos había hecho gancho desde el cielo. Lo que
sucedió el 9 de febrero del 98, en el primer cumple de mi abuelo sin estar por
estas tierras, fue algo que lo cambió todo en nuestra historia de amor. Otro
guiño. Y el 18 de febrero, día de nuestro primer beso y comienzo del noviazgo,
era el cumpleaños de mi otro abuelo: Manolo. Por último, algo que recién puedo
relacionar ahora, mi abuela Lola falleció el 4 de mayo de este año, veintitrés
años después de aquel retiro donde la conocí a Mary. Y me queda una abuela que
falleció un día antes de su cumple; se fue un 9 de abril siendo que había
nacido el 10. Esos finales un día antes del aniversario del comienzo. Como nos
pasó con Mary hace 2 años: se fue el 14, antes de poder celebrar el 15.
El 15 de agosto, desde aquel día de 1997, siempre fue una fecha muy especial; seguimos celebrándolo, tanto de novios como de esposos. El del 2002 pasó a ocupar ahora un lugar especial porque me permitió reorientar mi duelo dieciséis años después dando origen a este blog titulado “Diario de Alguien que Espera”. El último fueron los 20 años, en 2017, porque al siguiente Ella ya no estaba.
Por todo lo que pude poner en palabras es que resulta tan simbólico que hoy, 15 de agosto, los lectores cero hayan empezado a recorrer mi primera novela: “Algo que lo cambió todo”. En septiembre, con sus devoluciones, haré una revisión final antes de ingresar en la etapa de corrección y edición. Luego me tomaré un tiempo para presentarla en concursos, antes de enviar originales a las editoriales. Y me guardo una opción más, en caso de que lo anterior no resulte: autopublicarla para el 18 de febrero de 2022, día en que cumpliríamos nuestras bodas de plata como novios.
Diario de Alguien que Espera con FE...
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