martes, 15 de septiembre de 2020

La Fiesta del Milagro, Salta y Nuestra Vida


Hay diferentes formas de narrar nuestras vidas.

Una es con fechas importantes, con recuerdos que marcaron nuestra historia.

Otra es a partir de personas con las que fuimos compartiendo momentos, lugares y tiempos.

Hago todo eso y cada vez más seguido. Las fotos y los videos ayudan también. Pero tengo otros recursos…

Para hablar de mis viajes, por ejemplo, están los mates. De cada lugar que visitamos en familia nos trajimos uno. Costumbre que incorporaron Lu y Nico estos últimos dos años. También se suma un objeto típico del lugar con alguna inscripción, es cierto. Y el primero de todos, como novios, fueron dos tazas. Objetos que evocan. Y no solo lugares recorridos. También tengo, por ejemplo, dos yerberas: una que compramos en nuestra luna de miel y otra para nuestro décimo aniversario de casados.

Otra manera de contar la historia de mi vida es a través de canciones. Tienen que ver con épocas, con la letra, con algo compartido o un mensaje oportuno.

Algo similar me sucede con los libros. Me llevan a momentos de mi vida donde los compré o los leí. Pero muchos de ellos, gracias a sus dedicatorias, ayudan a poner en palabras un algo más todavía.

Por último, en mi caso y sin querer ser taxativo, aparecen los símbolos religiosos. A través de advocaciones de la Virgen, de santos, de diferentes maneras de llamar a Jesús, también puedo dar cuentas del relato de mi vida. A su vez, cada símbolo tiene que ver con un lugar, con una situación, con una decisión.


15 de septiembre de 2002. Salta. Ese día, ese lugar. Ahí se contextualiza la foto. Con Mary, de novios, juntos, tomando gracia.  De aquel viaje recuerdo muchos lindos momentos compartidos. Si bien pasamos por la Capital, elegimos ir a vivir la Fiesta del Milagro al lugar original, no al turístico, al menos masivo pero más popular: a Piquete de Hanta. Fue toda una travesía llegar a ese lugar, pero valió la pena. Durante mucho tiempo hablamos de aquella experiencia como un encontrarnos con Dios en los hermanos más pobres de nuestro país.

Recuerdo que soñamos irnos a vivir a Salta; sueño que, al tiempo, dejamos de lado por pensar en nuestros hijos. Pero de alguna manera estos recuerdos, este sueño, se hicieron presentes en la novela. Cuando la lean, entenderán…

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