domingo, 18 de octubre de 2020

Día de la Madre

Mary, mi amor, es el tercer día de la madre sin vos. Y sigue doliendo. Vos lo sabés.

En estos días te tuve muy presente. En realidad no pasa un día sin que te recuerde o te hable, pero esta semanita se puso más intensa. Y me doy cuenta porque suele reflejarse en mis sueños.

Anteanoche tuve un hermoso sueño donde estábamos los cuatro, compartiendo, riendo. Y al despertar fui a buscar un video que vinculé con lo soñado: los cuatro, tomando un helado en la costa, muy divertidos. Y me llamó la atención lo siguiente: vos estás aunque no te vemos. Estabas filmando. Se escucha tu voz y, principalmente, tus risas, carcajadas. Y vas hablando con nosotros tres, mientras nos vas mirando. Como ahora. No te vemos pero seguís estando, nos seguís hablando. Y por eso seguimos riendo. Como puse en la bajada del video: “Familia feliz en acción”.

Pero anoche tuve otro sueño. Motivado, tal vez, por un posteo y una charla de hace poco. Pero también por la relectura de algunas cartas buscando qué decías durante nuestro noviazgo sobre tu maternidad. Y encontré un montón. Hasta aparecen nombres que fuimos charlando aunque finalmente no fueron los elegidos. Pero sí queda claro que hablábamos de tres hijos: dos varones y una mujer. No sé por qué. Y anoche te soñé en el cielo –casi siempre registro que estás en el cielo, también en sueños- y embarazada. Y al despertar hoy no tuve dudas: este día de la madre lo festejamos de a cinco. Porque Nachito ya está con vos en el Cielo, y te estaba esperando desde antes. Vos siempre lo viviste así. A mí me costaba demostrarlo pero también estuvo y está presente.

Volviendo a la maternidad (y paternidad) soñada desde el noviazgo, siempre recordamos la misma anécdota. Era abril del 98, estábamos en la esquina de Arregui y Victor Hugo, y te dije: "quiero que mis hijos tengan una madre como vos". Fuerte. Atrevido. Éramos apenas unos adolescentes jugando al amor. Llevábamos 2 meses de novios. Pero qué bien que estuve... Hay mil razones que avalan mi temprana intuición, corroborada cada día de los siguientes 20 años, especialmente los últimos 15 compartidos.

Mi amor... Releo  lo que te escribí el último día de la madre compartido. Qué lindo haberlo escrito y qué lindo saber que siempre fue, es y será así. No sabía que un año después ya no íbamos a poder llevarte el desayuno a la cama, o regalarte esas cartitas que tanto te gustaban. Pero estaré eternamente agradecido a la vida por haberme permitido elegir tan bien a la madre de mis hijos. Tu eterno enamorado y el padre de tus hijos.









sábado, 17 de octubre de 2020

Todavía te queda mucho por caminar...

 


Hace días que me persigue la figura de Elías, el profeta.

Mi viejo me habló de una catequesis del Papa Francisco y, por lo que me contó, la linkeé con una charla que di en un campamento de verano de JuvenCor en febrero del 99: la presencia de Dios en la suave brisa.

Luego encontré en un grupo de Facebook que administro una publicación donde Francisco –otra vez- dice que Dios envía ángeles a cuidarnos y levantarnos. El posteo es de mediados de octubre pero el texto original tiene más de cuatro años. Entré a leerla porque esa imagen está de alguna manera en mi novela, de manera implícita y… me encuentro con el texto de la primera lectura –con Elías como protagonista- de aquella misa del domingo 12 de agosto del 2018, donde Mary se despidió de todos sabiendo –Ella- que se iba directo al Cielo.

Lo primero que hice, entonces, fue ir a leer la catequesis del Papa, del miércoles 7 de octubre. Es sobre “La oración de Elías”. Y allí dice todo. Me hizo muy bien leerla y rezarla.

Lo siguiente fue ir a buscar la lectura completa de aquel 12/8 y releer mi posteo en el blog de aquel momento (tomado de mis redes sociales). Y la clave hermenéutica era Mary que se estaba muriendo, sin duda. En esa misa familiar que hicimos en nuestra pieza yo leí la primera lectura. Como pude. Y me imaginé al ángel que le hablaba a Elías diciéndole lo mismo a Mary. Días después alguien me hizo notar que quizás me estaba hablando a mí: “¡Levantate, comé, porque todavía te queda mucho por caminar!”. Y, sin darme cuenta, esa frase puede sintetizar la novela… y toda mi vida desde hace poco más de dos años.

Y ya que estaba fui a releer el Evangelio de aquel día. Y registré que en aquella oportunidad no estaba preparado para leerlo, escucharlo, con toda la profundidad que tiene hoy. Allí sí hablaba de Mary, clarito:

“Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último díaLes aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida... Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.


La oración de Elías (Catequesis del Papa Francisco, 07/10/2020)

 

Papa Francisco: Dios envía ángeles a cuidarnos y levantarnos

 

Misa del 12/08/2018

 

Lecturas del 12/08/2020


sábado, 3 de octubre de 2020

Peregrinación Juvenil a Luján (1997)

“Al sábado siguiente, 4 de octubre, era la Peregrinación Juvenil a Luján. Siempre me gustó esa expresión de religiosidad popular y, realmente, quería compartirla con Ella. Mariela nunca había participado y al principio no quería, pero finalmente la convencí. Se hizo desear pero aceptó gustosa. Y me dejó bien en claro que iba por expreso pedido mío. Es que en esa primera carta que le escribí en mi vida, la del retiro de Emaús, le había dicho: «P.D.2: Te pido que vengas a Luján porque para mí es una experiencia muy linda y muy fuerte, y me encantaría compartirla con la gente que más quiero». Yo, por mi parte, le hice una promesa a la Madre del Pueblo, a la Virgencita Lujanera: si algún día, Dios lo permita, nos ponemos de novios con Ella, iría cada aniversario a darle gracias.

El viernes 3 de octubre, un día antes, había sido muy particular porque era la primera vez que la pasaba a buscar, íbamos solos caminando hasta el cole, participábamos de la reunión, nos íbamos solos antes de que termine, y también nos volvíamos caminando juntos hasta su casa. «¿La carta habrá causado el efecto deseado?», me preguntaba.

Finalmente, ese sábado a la mañana salimos en Peregrinación. Nos encontramos en la Parroquia San Rafael y, después de las clásicas recomendaciones e indicaciones, empezamos a caminar. Fuimos hasta San Cayetano de Liniers y nos sumamos a la gran columna que ya había iniciado el recorrido unas horas antes, y parecía no tener fin. Al rato de estar pateando por Rivadavia se largó una lluvia torrencial. Nos empapamos de inmediato pero seguimos caminando. Y al llegar a la primera parada del recorrido, en Morón, los responsables parroquiales nos dijeron que debíamos volver.

— Ni loco —dije—. Nosotros seguimos...

— Los micros ya están viniendo. El que sigue, lo hace por su cuenta. Los menores no tienen opción.

Estaba hablando de nosotros. Yo tenía diecisiete, y era el mayor de nuestro grupo de amigos. Ella tenía quince, y era la más chica. Por lo tanto, a la tarde ya estábamos en nuestros hogares, molestos, mojados e indignados.”

(Fragmento borrador de “Vale la pena”, capítulo 15)

Luján

Hace poco escribí y compartí un texto sobre las diferentes formas de narrar nuestras vidas; en mi caso, por ejemplo, a través de distintas advocaciones de la Virgen María. Una de ellas, sin lugar a dudas, es Luján.

Lo primero que me viene a la cabeza, al corazón, son las peregrinaciones. Mi primera vez caminando fue en el 96, estando en 4to año… y me quedé en Rodríguez, aunque terminé llegando en micro. El año siguiente fue muy especial, en muchos sentidos, y uno de los mojones que tenía marcados en mi agenda era la Peregrinación Juvenil a Luján. En septiembre de ese año Mary –Mariela por ese entonces, con quien recién empezábamos una linda amistad- estaba de retiro y le mandé una carta donde le escribía: “Te pido que vengas a Luján porque para mí es una experiencia muy linda y muy fuerte, y me encantaría compartirla con la gente que más quiero”. Y aceptó. Fuimos con JuvenCor por la Parroquia San Rafael. Pero ese año, al llegar a Morón, una lluvia torrencial y nuestro ser menores de edad nos impidió seguir. Volvimos con Mary, como novios y esposos, caminando y como apoyo, con el grupo juvenil de la Parroquia del Perpetuo Socorro, con amigos, en comunidad, varias veces. Gracias a Dios… y a María.

Un rito hermoso que iniciamos en el 99 fue intentar ir los 18 de febrero, en nuestro aniversario de novios, a Luján. A pasar el día, tomar unos mates, charlar, comer un asadito, caminar a orillas del río y, obviamente, darle gracias a nuestra Madre en la Basílica. De los 6 aniversarios habremos ido en 4… pero esa linda costumbre de ir a Luján continuó de casados, en familia. Y fuimos de a 2, de a 3, de a 4… y en familia grande también.

Durante varios años, a su vez, pude ir como animador o dirigente en campamentos parroquiales y como profe con los colegios. Siempre yendo a Luján, siempre sintiéndome, sintiéndonos, acompañado(s) por la Virgencita Lujanera. Ayer, hoy y siempre. Amén.

Y este año me encuentra peregrinando de otra manera, dejando que Ella nos venga a visitar. Madre del Pueblo, rogá por nosotros.




Yo te extrañaré...

 Y una canción lleva a la otra sin que yo lo decida...

Yo te extrañaré
Tenlo por seguro
Fueron tantos bellos y malos momentos
Que vivimos juntos

Los detalles
Las pequeñas cosas
Lo que parecía no importante
Son las que más invaden mi mente
Al recordarte

Ojalá pudiera devolver el tiempo
Para verte de nuevo
Para darte un abrazo
Y nunca soltarte
Mas comprendo que llegó tu tiempo
Que Dios te ha llamado
Para estar a su lado
Así Él lo quiso
Pero yo nunca pensé, que doliera tanto

Ya no llores por mí
Yo estoy en un lugar, lleno de luz
Donde existe paz
Donde no hay maldad
Donde puedo descansar
No llores por mí
Es tan bello aquí
Nunca imaginé
Quiero que seas feliz
Que te vaya bien y cuando te toque partir
Espero verte aquí

Yo te extrañaré
Tenlo por seguro
Cómo pensar que la vida
Puede terminar en un segundo

La vida es polvo puede esparcirse
En un momento
Nada trajiste nada te llevarás
Solo lo que había dentro

Ojalá pudiera devolver el tiempo
Para verte de nuevo
Para darte un abrazo
Y nunca soltarte
Mas comprendo que llegó tu tiempo
Que Dios te ha llamado
Para estar a su lado
Así Él lo quiso
Pero yo nunca pensé, que doliera tanto

Ya no llores por mí
Yo estoy en un lugar, lleno de luz
Donde existe paz
Donde no hay maldad
Donde puedo descansar
No llores por mí
Es tan bello aquí
Nunca imaginé
Quiero que seas feliz
Que te vaya bien y cuando te toque partir
Espero verte aquí

Yo te extrañaré, tenlo por seguro

Ver y Escuchar "Yo te extrañaré" de Tercer Cielo

Sé que estás aquí...

No sé si fueron las cookies, el dispositivo smart o Dios... pero estaba pensando en Mary, recordando y...

Aunque mis ojos, no te pueden ver
Te puedo sentir, sé que estás aquí
Aunque mis manos, no pueden tocar
Tu rostro..., sé que estás aquí.

Coro:
Mi corazón puede sentir Tu presencia
Tú estás aquí, Tú estás aquí
Puedo sentir Tu majestad
Tú estás aquí, Tú estás aquí

Mi corazón puede mirar Tu hermosura
Tú estás aquí, Tú estás aquí
Puedo sentir Tu gran amor

//Tú estás aquí, Tú estás aquí// 

Ver y Escuchar "Tú estás aquí" de Jesús Adrián Romero

viernes, 2 de octubre de 2020

Ojalá se repita…

Ya pasaron dos años de estos posteos y tres del viaje (y las fotos). Pero Facebook insiste en traerlos en forma de recuerdos…

En octubre de 2017 nos fuimos a las Cataratas. Resultó ser nuestro último viaje familiar, los cuatro, aunque en ese momento no lo sabíamos. Mary quizás lo intuía y por eso insistía tanto en hacerlo. Yo ponía varios “peros” (trabajos, escuela, plata, etc.). Ella, luego de la operación y en medio de la quimio, me dijo: “Quiero que vayamos. Pongamos fecha, saquemos los pasajes, reservemos lugar y no lo pensemos más”. Y, como siempre, mirada y sonrisa mediante, me convenció. Y gracias a Dios que lo hizo. Un año después me hubiera arrepentido mucho. Por eso, cuando mi terapeuta me preguntó si nos había quedado algo pendiente pude contestar con certeza: solamente envejecer juntos.

Ese viaje, como bien dijo Lu en aquel momento, “fueron las mejores vacaciones de la vida… y más en familia”. Y qué lindo saber que los cuatro juntos fuimos felices hasta el final, y especialmente en el último tiempo… y lo seguimos siendo, a pesar de, con Ella, porque se lo prometimos.

Mirando las fotos, reviviendo los momentos de aquellas vacaciones, de aquel viaje familiar, vuelvo a llorar. Duele. Sigue doliendo. Duele su ausencia porque su presencia nos llenaba de alegría. Sin embargo siempre lo supe: el que se arriesga a amar se compromete a sufrir, pero sufrir por amor vale la pena.

Ojalá se repita… en el Cielo. Amén.