martes, 25 de diciembre de 2018

La Fe es dadora de sentido

¿Hay un sentido por descubrir o tenemos que dotar los sucesos de sentido? Desde que tengo memoria de hacer esta reflexión conciente no pude resolver esa tensión. Y quizás no haga falta... ¿Cambia en algo tomar partido por una u otra? ¿Por qué “o”? ¿Y si es “y”? O, mejor aún, “ni”. Ni descubrir el sentido ni dotar de sentido; vivir con sentido... Y ahí juega un papel clave la fe que siempre es dadora de sentido, inclusive ante el sinsentido de la muerte. Les cuento...

Lunes 24/12, media mañana. Estamos con Lu y Nico mirando “Legends of Tomorrow”, serie que compartimos y seguimos juntos. Vamos por la 3ra temporada y llegamos al capítulo 6, “La cacería de Helena”, donde aparece en escena Helena de Troya. Les conté un poco sobre los mitos griegos y recordé un libro que tal vez quisiesen leer: “La guerra de Troya” de Robert Graves. Lo busqué en los estantes donde debiera estar pero no aparecía y, de repente, vaya a saber uno por qué, lo ví. Estaba en la mesita de luz de Mary, junto con otros dos libros, apilado en un costadito. ¿Por qué tenía ese libro ahí? Lo abrí y me encontré una hermosa dedicatoria mía... ¿Habrá sido por eso?. Tal vez... 

 

Lunes 24/12, por la tarde. Tenía ganas de alguna lectura más espiritual. Iba a comenzar a buscar y recordé otro de los libros que estaba en esa mesita. Era el libro que Mary estaba leyendo y que nunca terminó. En su momento me llamó mucho la atención el título: “Camino a casa. Un viaje espiritual”. A dos semanas de su partida subí la foto del libro a instagram y puse: “El libro que estaba leyendo Mary antes de partir... No lo terminó, pero pudo vivirlo.”. 


Recordé que ese libro se lo había llevado este año de casa de sus viejos. Nosotros teníamos otros libros de Nouwen, pero ese no. Y Ella había leído uno que marcó su vida: “Adam, el amado de Dios”. Se lo había comprado yo, casi por casualidad. Había ido a la librería “Blaton”, especializada en filosofía, porque había llegado temprano al Profesorado. Y quise regalarle un libro a Ella, vinculado a algo de lo que yo estaba estudiando. Pero la vendedora, que era a su vez la dueña, y hablaba en un castellano muy alemán, me dio charla. Me preguntó para quién era y me encontré hablando sobre mi novia. Y me dijo: “llévele éste, ni lo dude”. Y, gracias a Dios, le hice caso.
Al salir del secundario, Mary había empezado la carrera de Terapia Ocupacional (un poco porque combinaba todos sus intereses: medicina, psicología, psicopedagogía). Al tiempito decidió pasarse a Medicina. 


Pero luego de leer “Adam, el amado de Dios” quiso retomar su vocación original. Esa profesión que ejerció con tanta pasión, felicidad, y que le hizo tanto bien a tantas personas. Y allí quedó me dedicatoria, que ella valoró como el apoyo siempre incondicional a lo que ella fuera decidiendo en su vida.
Y ojeando, como quien no quiere la cosa, me topé con el inicio del último capítulo...


“Adam, el amado de Dios” está escrito exactamente 10 años después del libro “Camino a Casa”. El primero ya lo había leído, por lo que quise empezar, y terminar, el libro que estaba leyendo Mary al momento de su partida.

Recuperando el comienzo de este escrito sobre la fe y el sentido, le pedí a Mary, especialmente en esta Navidad, que siga con sus “guiños y señales que me sostienen en la fe y la esperanza”. Ya van muchos guiños y muchas señales, que en su mayoría ni siquiera aparecen en este “Diario de Alguien que Espera”, pero ayudan a seguir sintiéndola viva, cercana y presente entre nosotros.

Fue así que comencé a leer el libro. Es un diario, también, como el que yo estoy escribiendo ahora. Pero se me aceleraron los latidos del corazón cuando ví en qué fecha empezaba: 13 de agosto...


Y recordé cómo empezó este diario. Fue a partir de otro diario, de Ella, que comenzaba un 15 de agosto.

13/8: última vez que hablamos, antes de que se quede dormida para siempre.
15/8: primer día sin Ella físicamente entre nosotros.

Leí las primeras páginas del libro, hasta llegar al 15/8. Y ahí fuí a releer mi posteo titulado “Diario de Alguien que Espera con FE”. Allí había escrito lo siguiente: “De inmediato fui a mediados de agosto y me encontré con que el 15/8 habías escrito, en lápiz, de puño y letra, “(comienzo)”. Evidentemente marcaba el comienzo de tu lectura. Pensé que se refería solamente al comienzo de aquella lectura para el “Diario de alguien que espera”. Después, no nos adelantemos mucho, comprendí que era el comienzo en cuanto que leías ese libro por primera vez un 15/8. Hoy creo que esa palabra, “comienzo”, tiene múltiples significados para vos, para mí, para nuestros hijos... ”. Ahora veo que el primer capítulo de “Camino a Casa. Un viaje espiritual” es directamente el diario que inicia un 13/8 con el siguiente título: “Un nuevo comienzo”.
Y la promesa que te hice aquel 1/10, de leer las reflexiones de ese librito, la vengo cumpliendo bastante bien (como tantas otras promesas). Ayer, 24/12, decía: “invita a todos a pensar en el Cielo”. Y vaya si lo hice...

Martes 25/12, por la mañana. Me levanté a eso de las 11. Los chicos seguían durmiendo, algo esperable ya que nos acostamos después de las 4. Tomé el libro de Nouwen para seguir leyendo y se cayó una tarjeta que estaba en alguna de sus páginas. La leí y entendí todo. Otra señal de Mary. ¿Por qué recién hoy, después de manipular ese libro tantas veces en estos meses, se sale de dónde estaba? Porque era un mensaje para hoy, para esta navidad diferente. Gracias, mi amor...


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