¿Hay un sentido por
descubrir o tenemos que dotar los sucesos de sentido? Desde que tengo
memoria de hacer esta reflexión conciente no pude resolver esa
tensión. Y quizás no haga falta... ¿Cambia en algo tomar partido
por una u otra? ¿Por qué “o”? ¿Y si es “y”? O, mejor aún,
“ni”. Ni descubrir el sentido ni dotar de sentido; vivir con
sentido... Y ahí juega un papel clave la fe que siempre es dadora de
sentido, inclusive ante el sinsentido de la muerte. Les cuento...
Lunes 24/12, media
mañana. Estamos con Lu y Nico mirando “Legends of Tomorrow”,
serie que compartimos y seguimos juntos. Vamos por la 3ra temporada y
llegamos al capítulo 6, “La cacería de Helena”, donde aparece
en escena Helena de Troya. Les conté un poco sobre los mitos griegos
y recordé un libro que tal vez quisiesen leer: “La guerra de
Troya” de Robert Graves. Lo busqué en los estantes donde debiera
estar pero no aparecía y, de repente, vaya a saber uno por qué, lo
ví. Estaba en la mesita de luz de Mary, junto con otros dos libros,
apilado en un costadito. ¿Por qué tenía ese libro ahí? Lo abrí y
me encontré una hermosa dedicatoria mía... ¿Habrá sido por eso?.
Tal vez...
Lunes 24/12, por la
tarde. Tenía ganas de alguna lectura más espiritual. Iba a comenzar
a buscar y recordé otro de los libros que estaba en esa mesita. Era
el libro que Mary estaba leyendo y que nunca terminó. En su momento
me llamó mucho la atención el título: “Camino a casa. Un viaje
espiritual”. A dos semanas de su partida subí la foto del libro a
instagram y puse: “El libro que estaba leyendo Mary antes de
partir... No lo terminó, pero pudo vivirlo.”.
Recordé que ese libro se
lo había llevado este año de casa de sus viejos. Nosotros teníamos
otros libros de Nouwen, pero ese no. Y Ella había leído uno que
marcó su vida: “Adam, el amado de Dios”. Se lo había comprado
yo, casi por casualidad. Había ido a la librería “Blaton”,
especializada en filosofía, porque había llegado temprano al
Profesorado. Y quise regalarle un libro a Ella, vinculado a algo de
lo que yo estaba estudiando. Pero la vendedora, que era a su vez la
dueña, y hablaba en un castellano muy alemán, me dio charla. Me
preguntó para quién era y me encontré hablando sobre mi novia. Y
me dijo: “llévele éste, ni lo dude”. Y, gracias a Dios, le hice
caso.
Al salir del secundario,
Mary había empezado la carrera de Terapia Ocupacional (un poco
porque combinaba todos sus intereses: medicina, psicología,
psicopedagogía). Al tiempito decidió pasarse a Medicina.
Pero luego de leer “Adam,
el amado de Dios” quiso retomar su vocación original. Esa
profesión que ejerció con tanta pasión, felicidad, y que le hizo
tanto bien a tantas personas. Y allí quedó me dedicatoria, que ella
valoró como el apoyo siempre incondicional a lo que ella fuera
decidiendo en su vida.
Y ojeando, como quien no quiere la cosa, me topé con el inicio del último capítulo...
“Adam, el amado de Dios” está escrito exactamente 10 años después del libro “Camino a Casa”. El primero ya lo había leído, por lo que quise empezar, y terminar, el libro que estaba leyendo Mary al momento de su partida.
Y ojeando, como quien no quiere la cosa, me topé con el inicio del último capítulo...
“Adam, el amado de Dios” está escrito exactamente 10 años después del libro “Camino a Casa”. El primero ya lo había leído, por lo que quise empezar, y terminar, el libro que estaba leyendo Mary al momento de su partida.
Recuperando el comienzo
de este escrito sobre la fe y el sentido, le pedí a Mary,
especialmente en esta Navidad, que siga con sus “guiños y señales
que me sostienen en la fe y la esperanza”. Ya van muchos guiños y
muchas señales, que en su mayoría ni siquiera aparecen en este
“Diario de Alguien que Espera”, pero ayudan a seguir sintiéndola
viva, cercana y presente entre nosotros.
Fue así que comencé a
leer el libro. Es un diario, también, como el que yo estoy
escribiendo ahora. Pero se me aceleraron los latidos del corazón
cuando ví en qué fecha empezaba: 13 de agosto...
Y recordé cómo empezó
este diario. Fue a partir de otro diario, de Ella, que comenzaba un
15 de agosto.
13/8: última vez que
hablamos, antes de que se quede dormida para siempre.
15/8: primer día sin
Ella físicamente entre nosotros.
Leí las primeras páginas
del libro, hasta llegar al 15/8. Y ahí fuí a releer mi posteo
titulado “Diario de Alguien que Espera con FE”. Allí había
escrito lo siguiente: “De inmediato fui a mediados de agosto y me
encontré con que el 15/8 habías escrito, en lápiz, de puño y
letra, “(comienzo)”. Evidentemente marcaba el comienzo de
tu lectura. Pensé que se refería solamente al comienzo de aquella
lectura para el “Diario de alguien que espera”. Después, no nos
adelantemos mucho, comprendí que era el comienzo en cuanto que leías
ese libro por primera vez un 15/8. Hoy creo que esa palabra,
“comienzo”, tiene múltiples significados para vos, para mí,
para nuestros hijos... ”. Ahora veo que el primer capítulo de
“Camino a Casa. Un viaje espiritual” es directamente el diario
que inicia un 13/8 con el siguiente título: “Un nuevo comienzo”.
Y la promesa que te hice
aquel 1/10, de leer las reflexiones de ese librito, la vengo
cumpliendo bastante bien (como tantas otras promesas). Ayer, 24/12,
decía: “invita a todos a pensar en el Cielo”. Y vaya si lo
hice...
Martes 25/12, por la
mañana. Me levanté a eso de las 11. Los chicos seguían durmiendo,
algo esperable ya que nos acostamos después de las 4. Tomé el libro
de Nouwen para seguir leyendo y se cayó una tarjeta que estaba en
alguna de sus páginas. La leí y entendí todo. Otra señal de Mary.
¿Por qué recién hoy, después de manipular ese libro tantas veces
en estos meses, se sale de dónde estaba? Porque era un mensaje para
hoy, para esta navidad diferente. Gracias, mi amor...
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