Mary:
Te siento viva y
presente, más allá de tu ausencia física. Es que, como dicen,
“cuando las personas que amamos parten de este mundo, dejan de
vivir con nosotros para vivir en nosotros”. Por momentos me
encuentro haciendo muchas cosas que hacías más vos que yo. O cosas
que yo hacía de otra forma, hacerlas como las hacías vos. O decir
cosas que hubieses dicho vos. O pensar qué hubieras dicho o hecho
vos, o cómo te lo habrías tomado. Y así...
“Elegí como pareja
a alguien mejor que vos”, dicen que dijo Platón. “No
necesitas a alguien que te quiera tal y como eres, necesitas a
alguien que te ayude a crecer día a día”. O, mejor dicho,
“quien te quiere de verdad te aceptará, pero también te ayudará
a mejorar”. Y como canta Dolina, y tantas veces te canté, “me
dirás quién fue el que más lejos te llevó”.
En la opereta que te
escribí, grabé y regalé meses antes de casarnos, te escribía:
“Hay una idea base que sustenta toda esta obra: la mujer amada
como musa inspiradora. Por el amor de Laura, Dolina escribe toda una
opereta criolla. Por el amor de Solveig, Adán Buenosayres escribe el
Cuaderno de tapas azules. Por tu amor soy capaz de armar esta pequeña
obrita. Todo esto tiene una estrecha relación con el petrarquismo.
Hay algo milagroso en la mujer amada. El amor es un estímulo para el
poeta, la mujer amada se convierte en la musa y uno se encomienda a
ella antes de escribir. Este emprendimiento conlleva la idea de
mejoramiento, de ir mejorando conforme avanza la obra. Y al final del
camino, más como símbolo poético que como realidad, lo espera la
mujer amada. La mujer es arco y blanco a la vez. Origen y meta. Está
al comienzo y espera al final. La escribí por vos y es para vos...
Tal vez no sos muy consciente de lo que estoy queriendo decirte pero
para mí es muy fuerte. Esto lo hice porque vos sos mi musa
inspiradora. Si no estuviese saliendo con vos jamás habría armado
esto. Ésto, ni la mayoría de las cosas que me hacen feliz... ”.
El amor es amor si nos
hace mejores personas. Siempre lo supimos. Y así fue nuestro amor. Y
releyendo nuestras cartas lo confirmo. Y con los recuerdos de estos
últimos años lo corroboro. Pero, más aún, en estos meses lo vivo
de una manera especial. Por momentos me siento un superhéroe cuyo
poder es poder convertirme en vos. Sí, así como lo leés.
Y cuando me convierto en
vos, saboreo la vida. Eso que fui aprendiendo con los años
compartidos. Planificar menos, disfrutar más. No dramatizar todo.
Buscar lo importante. No querer optimizar el tiempo. Charlar con
otras personas, aunque no tenga tantas ganas. No dejarme abrumar por
la cantidad de cosas por hacer, sino ir resolviendo. Más corazón y
no tanta cabeza. Mucha fe y mucha paz, que me dejaste de regalo en
tus últimos días por acá. La familia por sobre el trabajo, el
estudio, la política... la familia siempre primero. Menos
comentarios hirientes o provocadores. Una mirada más atenta a una
vida saludable, en todos los sentidos. Y poder empatizar más,
descentrarme.
Pero también hay
momentos, muchos, que se suman los poderes y me convierto en vos y yo
a la vez. Son bastantes, gracias a Dios. Porque soy mejor persona
gracias a vos. Porque nunca dejé de ser yo, sino que fui creciendo
con vos. Y a mis humildes virtudes, que vos también fuiste
incorporando, se le suman las tuyas. Y se potencian las virtudes,
disimulando defectos. Y me animo a más. Y sigo siendo el padre que
tanto admirabas como padre de nuestros hijos, pero mejorado por haber
convivido con la madre que tanto admiré como madre de nuestros
hijos. Y sigo admirando. Porque seguís estando en mí, pero también,
y especialmente, en Lu y Nico. Somos quienes somos porque fuimos, y
seguimos siendo, con vos. No tenemos dudas de eso. Y por eso estamos
eternamente agradecidos.
Gracias por ser amiga,
novia, esposa, madre y compañera. Gracias por haberme elegido hace
ya más de 21 años, y por permitirme que me deje elegir por vos.
Gracias por haber crecido juntos. Gracias por ayudarme a hacer de mí
una mejor persona. Y gracias por seguir estando... Gracias.
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