Te extraño...
Te extraño al acostarme
Te extraño al despertar
Te extraño durante el día
Te extraño durante la noche
Te extraño como esposa
Te extraño como amiga
Te extraño como amante
Te extraño como cómplice
Te extraño como compañera
Te extraño como equipo
Te extraño como familia
Te extraño como madre de Lu y Nico
Te extraño...
¡Cómo no te voy a extrañar si fuiste, sos y serás el amor de mi vida!
Y me quiero ir con vos...
Y vos querés que me quede con Lu y Nico...
Y yo también quiero quedarme con Lu y Nico, pero a la vez quiero estar con vos...
Es que tu partida me dejó partido...
Es que mi vida se convirtió en pedazos de mi vida, en momentos, en islas en un mar de ausencia...
Es que, como decías en tu “Diario de alguien que espera” allá por 2002: “cuando la persona que amás se va por un tiempo, aunque sean pocos días, sentís que el tiempo no pasa más y que lo único que querés es volver a estar con ella”.
Y te leo en las cartas...
Y te recuerdo en los recuerdos...
Y te sueño...
Y te veo, te juro que te veo...
Y te escucho, te juro que te escucho...
Y sé que estás, pero no como quiero que estés...
Y por eso te extraño...
Y la vida nunca volverá a ser la misma que hubiese sido con vos acá...
Y eso me duele, me angustia...
Pero ante lo que no tiene solución, no hay mucho por hacer.
Aceptar lo irremediable y seguir adelante.
Avanzar a pesar de...
Continuar intentándolo.
La vida, que no es la misma sin vos, mi vida, sigue...
Y ganamos un ángel, porque vos sos nuestro ángel, vos sos mi ángel...
Y estás acompañando...
Y cada tanto me volvés a retar...
Y cada tanto volvemos a reír juntos...
Y me acaricias la cabeza cuando lloro...
Y me tranquilizas cuando me invade la angustia...
Y espero ansioso el día en que volvamos a matear juntos, en el Cielo.
Y repetir lo que tantas veces dijimos: “triunfamos, mi amor”.
Compartimos un largo camino de felicidad.
Y la felicidad de nuestros hijos es fruto de nuestro camino.
La sigo por vos y por ellos.
Sé que no me vas a dejar solo, que no nos vas a dejar solos, porque nunca lo hiciste.
Y sí, te extraño. Mucho.
Y sí, duele. Mucho.
Pero cada vez que te sueño, que te veo, que te escucho, que te recuerdo, que te siento, hacés que lo imposible se haga posible, que lo difícil se haga menos difícil, que parezca que la vida vuelve a tener sentido, y me regalas paz, me renovas las fuerzas...
Y cada vez que veo a Lu y a Nico, que los beso, que los bendigo, que los abrazo, sé que vos estás en nuestro clásico abrazo de familia, ese que siempre nos llenó de alegría y felicidad.
Hace más de 20 años supe que eras la mujer de mi vida, y no me equivoqué. Te elegí como compañera, en las buenas y en las malas. Y te elegí, también, como madre de nuestros hijos. Tantas veces lo hablamos... Y vos también me elegiste, como compañero y como padre. Y hasta en nuestros momentos más difíciles como pareja, siempre me dijiste que seguía siendo un gran padre. Y te prometo que lo voy a ser más que nunca.
Gracias a Dios, y a nosotros, fuimos inmensamente felices como amigos, novios y esposos. Hasta el final. Y especialmente en estos últimos años.
También fuimos inmensamente felices como padres, y lo seguiremos siendo. Ahora todas mis energías, toda mi vida, está dedicada a Lu y Nico. Con tu ayuda angelical, vamos a lograr que sigan siendo muy felices. Los tres te lo prometimos, en palabras de Lu, mientras dormías aquel 14 de agosto: “vamos a ser muy felices por vos”.
Y así voy terminando esta nueva carta, de esas que tanto nos gustaba escribirnos con mucha frecuencia en nuestro noviazgo, y que guardaste con cariño reverencial (¡me dejaste horas y horas de relecturas!). De esas que fueron mermando al compartir la vida día a día, al comunicarnos por celular, pero que afortunadamente siguieron presentes en fechas y momentos importantes.
Gracias por todo, mi amor. Como siempre te dije, soy quien soy gracias a vos. Me hiciste mejor persona. Crecimos juntos. Aprendimos juntos. Nos equivocamos juntos. Disfrutamos juntos. Sufrimos juntos. Toda una vida juntos... Y, de una manera diferente, sé que seguirá siendo así. TE AMO. Como tantas veces nos dijimos, y nunca mejor dicho que ahora, ¡¡¡TE AMO HASTA EL CIELO!!!
Te extraño al acostarme
Te extraño al despertar
Te extraño durante el día
Te extraño durante la noche
Te extraño como esposa
Te extraño como amiga
Te extraño como amante
Te extraño como cómplice
Te extraño como compañera
Te extraño como equipo
Te extraño como familia
Te extraño como madre de Lu y Nico
Te extraño...
¡Cómo no te voy a extrañar si fuiste, sos y serás el amor de mi vida!
Y me quiero ir con vos...
Y vos querés que me quede con Lu y Nico...
Y yo también quiero quedarme con Lu y Nico, pero a la vez quiero estar con vos...
Es que tu partida me dejó partido...
Es que mi vida se convirtió en pedazos de mi vida, en momentos, en islas en un mar de ausencia...
Es que, como decías en tu “Diario de alguien que espera” allá por 2002: “cuando la persona que amás se va por un tiempo, aunque sean pocos días, sentís que el tiempo no pasa más y que lo único que querés es volver a estar con ella”.
Y te leo en las cartas...
Y te recuerdo en los recuerdos...
Y te sueño...
Y te veo, te juro que te veo...
Y te escucho, te juro que te escucho...
Y sé que estás, pero no como quiero que estés...
Y por eso te extraño...
Y la vida nunca volverá a ser la misma que hubiese sido con vos acá...
Y eso me duele, me angustia...
Pero ante lo que no tiene solución, no hay mucho por hacer.
Aceptar lo irremediable y seguir adelante.
Avanzar a pesar de...
Continuar intentándolo.
La vida, que no es la misma sin vos, mi vida, sigue...
Y ganamos un ángel, porque vos sos nuestro ángel, vos sos mi ángel...
Y estás acompañando...
Y cada tanto me volvés a retar...
Y cada tanto volvemos a reír juntos...
Y me acaricias la cabeza cuando lloro...
Y me tranquilizas cuando me invade la angustia...
Y espero ansioso el día en que volvamos a matear juntos, en el Cielo.
Y repetir lo que tantas veces dijimos: “triunfamos, mi amor”.
Compartimos un largo camino de felicidad.
Y la felicidad de nuestros hijos es fruto de nuestro camino.
La sigo por vos y por ellos.
Sé que no me vas a dejar solo, que no nos vas a dejar solos, porque nunca lo hiciste.
Y sí, te extraño. Mucho.
Y sí, duele. Mucho.
Pero cada vez que te sueño, que te veo, que te escucho, que te recuerdo, que te siento, hacés que lo imposible se haga posible, que lo difícil se haga menos difícil, que parezca que la vida vuelve a tener sentido, y me regalas paz, me renovas las fuerzas...
Y cada vez que veo a Lu y a Nico, que los beso, que los bendigo, que los abrazo, sé que vos estás en nuestro clásico abrazo de familia, ese que siempre nos llenó de alegría y felicidad.
Hace más de 20 años supe que eras la mujer de mi vida, y no me equivoqué. Te elegí como compañera, en las buenas y en las malas. Y te elegí, también, como madre de nuestros hijos. Tantas veces lo hablamos... Y vos también me elegiste, como compañero y como padre. Y hasta en nuestros momentos más difíciles como pareja, siempre me dijiste que seguía siendo un gran padre. Y te prometo que lo voy a ser más que nunca.
Gracias a Dios, y a nosotros, fuimos inmensamente felices como amigos, novios y esposos. Hasta el final. Y especialmente en estos últimos años.
También fuimos inmensamente felices como padres, y lo seguiremos siendo. Ahora todas mis energías, toda mi vida, está dedicada a Lu y Nico. Con tu ayuda angelical, vamos a lograr que sigan siendo muy felices. Los tres te lo prometimos, en palabras de Lu, mientras dormías aquel 14 de agosto: “vamos a ser muy felices por vos”.
Y así voy terminando esta nueva carta, de esas que tanto nos gustaba escribirnos con mucha frecuencia en nuestro noviazgo, y que guardaste con cariño reverencial (¡me dejaste horas y horas de relecturas!). De esas que fueron mermando al compartir la vida día a día, al comunicarnos por celular, pero que afortunadamente siguieron presentes en fechas y momentos importantes.
Gracias por todo, mi amor. Como siempre te dije, soy quien soy gracias a vos. Me hiciste mejor persona. Crecimos juntos. Aprendimos juntos. Nos equivocamos juntos. Disfrutamos juntos. Sufrimos juntos. Toda una vida juntos... Y, de una manera diferente, sé que seguirá siendo así. TE AMO. Como tantas veces nos dijimos, y nunca mejor dicho que ahora, ¡¡¡TE AMO HASTA EL CIELO!!!
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