miércoles, 10 de febrero de 2021

Baradero

Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida. Y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas”.
Baradero es un lugar especial en mi vida. Tiene que ver con mis raíces familiares, con la pesca que tanto me gusta pero, principalmente, representa las primeras vacaciones solos, en familia, de a tres, con Lu y Mari.
El verano de 2008, luego de haber ido a la costa con amigos (2006) y familia (2007), decidimos irnos de vacaciones por primera vez los tres solos, como familia, a un lugar con verde, agua y aire puro. Y por varias razones elegimos Baradero. Entre enero y febrero de ese año fuimos tres veces. Quedamos enamorados del lugar. Luego, con el paso del tiempo, y por ir conociendo otros destinos, se dio que nunca volvimos.
Esta semana, verano de 2021, trece años después, regresamos. Y también como primeras vacaciones solos, en familia, siendo tres, con Lu y Nico… sabiendo que somos cuatro. Y volvimos a la misma Posada que en aquel entonces. Y fuimos al río que, al decir de Heráclito, es y no es el mismo. Bajo la nueva sombra de los mismos árboles. Con el infaltable colibrí desayunando en el parque. La misma pileta, la habitación, las plazas, los mismos lugares para cenar. Igual pero muy diferente. Y Mari haciéndose presente de miles de maneras: desde el simple pedir mortadela en la proveeduría, pasando por el compartir las papas fritas corte americano, el llevar crucigramas y sopas de letras, hasta el tomar unos mates con el viento en la cara o escuchar a los chicos insistir para comer a orillas del río. Como dice la canción: “todo, todo me recuerda a ti”.
El cielo, quizás, ojalá, sea revivir los recuerdos más lindos... compartidos... en una mateada con la gente querida. Y, en una de esas, vivir también los recuerdos que podrían haber sido y no fueron, como este mismo viaje, hermoso, maravilloso, pero de a cuatro. Tal vez…


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