Mi amor:
Todavía te sigo llorando...
9 meses de aquella madrugada donde
escuché tu voz, en vivo, por última vez.
9 meses de aquel nuestro último beso.
9 meses de aquel último “te amo” y
“yo también te amo”.
9 meses de haberte dado el calmante,
ayudado a acostarte y haberte tapado.
9 meses de aquel día en que te
dormiste y ya nunca más despertaste.
9 meses de aquel 13, del mes de agosto,
pero también lunes.
9 meses de esa jornada de largas e
intensas despedidas.
Y todavía te sigo llorando...
Hace 8 meses escribía: “Y no
sabés cómo pero, de repente, sentís algo que podés llamar
ausencia. O la presencia de esa ausencia. Que te invade. Te asalta a
partir de un recuerdo. O de la nada, tal vez. Surge de las entrañas
y sube por tu pecho. Se aloja en tu garganta y te quema. Te ahoga. Se
te pone la piel de gallina. Te cuesta respirar. Todo se hace
relativo, se redimensiona y queda chico. Muy chico. Nada parece tener
sentido. Se te aceleran los latidos del corazón. Y duele. Te
extraño, mi amor... Te extraño mucho. Lloro. Lloro angustiado. Pero
sigo por vos. Por vos, por Lu y por Nico. No sé cómo. Pero
sigo...”.
Todavía te sigo llorando...
Es cierto que ya no es tan seguido...
pero también es cierto que cada llanto sigue siendo intenso. Y
durante el mes de mayo, las lágrimas andan asomando con bastante
frecuencia.
A esta altura ya sé que hay fechas y
lugares que me van a pegar duro. Y te juro, vos lo sabés, que hago
lo que puedo por llegar un tanto armado. Por ejemplo, mañana. Es 14
de mayo. 9 meses de tu partida. Y el día de aniversario de tu
nacimiento. Mary , hubieras cumplido 37 años.
Pero aunque la vea venir, igualmente
duele. Y cómo duele.
Sin embargo, últimamente me viene
sorprendiendo el llanto en fechas y lugares inesperados.
Entrar y recordar que apenas un año
antes éramos 4 sentados en esos bancos, y ahora vamos a ser 3...
porque vos no estás físicamente entre nosotros.
O sentirme mal y darme cuenta que no
estás para cuidarme, mimarme, ni para ocuparte de los chicos
mientras intento recuperarme.
Hasta intentar tomar ese mismo calmante
que te dí en esos últimos minutos juntos, y no poder hacerlo por la
carga emotiva del recuerdo.
Fechas, lugares, canciones, recuerdos,
señales, sueños, palabras, personas...
Ya pasaron 9 meses...
Y todavía te sigo llorando.
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