lunes, 3 de mayo de 2021

La primera foto...


Parece una foto cualquiera. Está mal sacada, como sin ganas. Desconozco quien presionó el botón de esa cámara analógica, de esas que casi ya no se usan. Pero agradezco tener esa foto, y también seguir conservando esa cámara. Son recuerdos, de esos que invitan a seguir caminando. Son recuerdos, de esos que vienen desde allá lejos pero no dejan de acompañarnos en este peregrinar. Y la foto está en un álbum donde, además, se conserva su letra… esa letra de sus 15 pero tan Ella que no cambió mucho en los siguientes 20 años.

Esa foto, esa cámara, ese álbum dan cuenta de uno de los primeros registros de nuestra vida en común. Esa es la primera foto en la que aparecemos juntos… aunque decir “juntos” es un montón. Estamos uno de cada lado, a ambos extremos de la imagen. Yo acostado, con un buzo arremangado (¿por qué yo estaría usando abrigo?), y ese corte raya al medio que –afortunadamente- duró poquito tiempo. Ella… tan Ella. Brilla, sonríe… como (casi) siempre lo hizo. Presto atención y la verdad es que la calidad del revelado no ayuda, o con el tiempo fue perdiendo nitidez como suele suceder con los recuerdos… sin embargo puedo imaginarme su rostro aunque no se vea tan claro en la foto.

Hace exactamente 24 años, un 3 de mayo del 97, aparecía este primer momento juntos del que tenemos registro. “¿Por qué decís «del que tienen registro»?”, me preguntó Nico en la cena, hace un rato, mientras daba cuenta de esta misma historia. “Porque es muy probable que nos hayamos encontrado otras veces antes, sin saberlo”, le dije. Y puse de ejemplo alguna misa en Ntra. Sra. de la Salud, algún acto escolar de su hermano (mi cuñado y compañero de colegio), algún cruce ocasional por las calles del barrio, en un local, o lo que siempre dijimos: esos arbustos mágicos, laberínticos, de la Plaza Ciudad de Banff donde solíamos escondernos de niños.

Acá sigue esta foto, en este álbum, y con la cámara (cual antigüedad adornando una de las tantas bibliotecas de la casa). Acá sigue el recuerdo. Y acá sigue Ella, haciéndose presente a cada momento de esta vida, de nuestra vida, de este seguir caminando hasta que volvamos a encontrarnos y poder tomarnos unos mates para continuar regalándonos tantas historias compartidas.



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