La vida es un camino y, como todo
recorrido, tiene sus mojones, sus señales. Hay fechas que nos marcaron,
decisiones que nos cambiaron, elecciones que nos fueron convirtiendo en quienes
fuimos, somos y seremos.
Hoy se cumple un nuevo
aniversario –bodas de plata- de uno de esos días especiales para mí, de uno de
esos mojones en el camino de mi vida que me cambió para siempre, rumbeando para
el lado del amor y la felicidad.
No podría dar cuenta de mis
últimos 25 años, ni el tiempo que me queda por vivir, sin pasar por aquel 18 de
febrero de 1998. Es cierto que hay alguna que otra fecha antes, en mayo o
agosto del 97, que ayuda a entender esa hermosa jornada de febrero. Y también
es verdad que vinieron fechas más importantes luego en 2004, 2005 y 2010, por
nombrar algunos de esos mojones. Podemos incluir el 2018, desde luego, porque
no todo es felicidad en esta vida, como ya sabemos.
Aquel miércoles, hace exactamente
25 años, a las 13.50 hs, en la esquina de Virgilio y Martín Fierro, nos besamos
por primera vez con Mary. Y decidimos que en ese mismo momento comenzaba
nuestro noviazgo. Los 6 meses previos de amistad nos avalaban. Los 6 años
posteriores, confirmaron esa temprana intuición. Y los 14 de casados fueron el
corolario, la frutilla del postre… y más.
Hace 5 años celebramos nuestro
último aniversario de novios, el 20mo, juntos. Ninguno de los dos sabía que
sería el último. No podíamos saberlo en aquel entonces. Por eso es lindo ver
ese ramo de rosas, similar al que le regalé tantas veces desde el primer mes
compartido. O recordar que nuestros hijos nos trajeron el desayuno a la cama,
con un corazón de gelatina y una carta celebrando el amor de sus padres. Y ese “que
sigan muchos años más” que, al releerlo ahora, me hace llorar. Duele. Pero
también es una verdad porque, como ya dije tantas veces, este amor es por toda
la eternidad.
Hoy fue día de volver a abrir las cajas de los recuerdos, mirar cartas de nuevo, revisar agendas y diarios, navegar por el blog, dejarme sorprender por los recuerdos que traen las redes sociales, y seguir extrañándola. Porque está presente desde su ausencia. Porque continuamos caminando -a pesar de- y rumbeando, como siempre, para el lado del amor y la felicidad.
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