Una de las metáforas favoritas para Victor Frankl es el vacío existencial. Viktor
Emil Frankl, fue un neurólogo y psiquiatra austriaco, fundador de la
Logoterapia. Sobrevivió desde 1942 hasta 1945 en varios campos de
concentración nazis, incluidos Auschwitz y Dachau. Para Frankl, si el
sentido es lo que buscamos, el sin sentido es un agujero, un hueco en tu
vida, y en los momentos en que lo sientes, necesitas salir corriendo a
llenarlo.
Frankl sugiere que uno de los signos más conspicuos de vacío existencial en nuestra sociedad es el aburrimiento.
Puntualiza en cómo las personas con frecuencia, cuando al fin tienen
tiempo de hacer lo que quieren, parecen ¡no querer hacer nada!. La gente
entra en barrena cuando se jubila; los estudiantes se emborrachan cada
fin de semana; nos sumergimos en entretenimientos pasivos cada noche; la
neurosis del domingo, le llama.
De
manera que intentamos llenar nuestros vacíos existenciales con “cosas”
que aunque producen algo de satisfacción, también esperamos que provean
de una última gran satisfacción: podemos intentar llenar nuestras vidas
con placer, comiendo más allá de nuestras necesidades, teniendo sexo
promiscuo, dándonos “la gran vida”.
O
podemos llenar nuestras vidas con el trabajo, con la conformidad, con
la convencionalidad. También podemos llenar nuestras vidas con ciertos
“círculos viciosos” neuróticos, tales como obsesiones con gérmenes y
limpieza o con una obsesión guiada por el miedo hacia un objeto fóbico.
La cualidad que define a estos círculos viciosos es que, no importa lo
que hagamos, nunca será suficiente. Igual que Erich Fromm, Frankl señala
que los animales tienen un instinto que les guía. En las sociedades
tradicionales, hemos llegado a sustituir bastante bien los instintos con
nuestras tradiciones sociales.
En la
actualidad, casi ni siquiera eso llegamos a tener. La mayoría de los
intentos para lograr una guía dentro de la conformidad y
convencionalidad se topan de frente con el hecho de que cada vez es más
difícil evitar la libertad que poseemos ahora para llevar a cabo
nuestros proyectos en la vida; en definitiva, encontrar nuestro propio
sentido.
Entonces, ¿cómo hallamos nuestro sentido?
Frankl nos presenta tres grandes acercamientos: el primero es a través de los valores experienciales,
o vivenciar algo o alguien que valoramos. Aquí se podrían incluir las
experiencias pico de Maslow y las experiencias estéticas como ver una
buena obra de arte o las maravillas naturales. Pero nuestro ejemplo más
importante es el de experimentar el valor de otra persona, v.g. a través
del amor.
A través de nuestro amor,
podemos inducir a nuestro amad@ a desarrollar un sentido, y así lograr
nuestro propio sentido. La segunda forma de hallar nuestro sentido es a
través de valores creativos, es como “llevar a cabo un
acto”, como dice Frankl. Esta sería la idea existencial tradicional de
proveerse a sí mismo con sentido al llevar a cabo los propios proyectos,
o mejor dicho, a comprometerse con el proyecto de su propia vida.
Incluye,
evidentemente, la creatividad en el arte, música, escritura, invención y
demás. También incluye la generatividad de la que Erikson habló: el
cuidado de las generaciones futuras. La tercera vía de descubrir el
sentido es aquella de la que pocas personas además de Frankl suscriben:
los valores actitudinales.
Estos
incluyen tales virtudes como la compasión, valentía y un buen sentido
del humor, etc. Pero el ejemplo más famoso de Frankl es el logro del
sentido a través del sufrimiento. El autor nos brinda
un ejemplo de uno de sus pacientes: un doctor cuya esposa había muerto,
se sentía muy triste y desolado. Frankl le preguntó, “¿Si usted hubiera
muerto antes que ella, cómo habría sido para ella?.
El
doctor contestó que hubiera sido extremadamente difícil para ella.
Frankl puntualizó que al haber muerto ella primero, se había evitado ese
sufrimiento, pero ahora él tenía que pagar un precio por sobrevivirle y
llorarle.
La pena es el precio que pagamos por amor.
Para
este doctor, esto dio sentido a su muerte y su dolor, lo que le
permitió luego lidiar con ello. Su sufrimiento dio un paso adelante: con
un sentido, el sufrimiento puede soportarse con la dignidad.
Frank
también señaló que de forma poco frecuente se les brinda la oportunidad
de sufrir con valentía a las personas enfermas gravemente, y así por
tanto, mantener cierto grado de dignidad. ¡Anímate!, decimos, ¡Sé
optimista!. Están hechos para sentirse avergonzados de su dolor y su
infelicidad. No obstante, al final, estos valores actitudinales,
experienciales y creativos son meras manifestaciones superficiales de
algo mucho más fundamental, el suprasentido.
Aquí
podemos percibir la faceta más religiosa de Frankl: el supra-sentido es
la idea de que, de hecho, existe un sentido último en la vida; sentido
que no depende de otros, ni de nuestros proyectos o incluso de nuestra
dignidad. Es una clara referencia a Dios y al sentido espiritual de la
vida. Esta postura sitúa al existencialismo de Frankl en un lugar
diferente, digamos, del existencialismo de Jean Paul Sartre.
Este
último, así como otros existencialistas ateos, sugieren que la vida en
su fin carece de sentido, y debemos afrontar ese sin sentido con coraje.
Sartre dice que debemos aprender a soportar esta falta
de sentido; Frankl, por el contrario, dice que lo que necesitamos es
aprender a soportar nuestra inhabilidad para comprender en su totalidad
el gran sentido último.
Frankl también utiliza la palabra griega noös,
que significa mente o espíritu. Sugiere que en psicología tradicional,
nos centramos en la “psicodinámica” o la búsqueda de las personas para
reducir su monto de tensión. En vez de centrarnos en eso; o más bien,
además de lo anterior, debemos prestar atención a la noödinámica, la cual considera que la tensión es necesaria para la salud, al menos cuando tiene que ver con el sentido.
¡A
las personas les gusta sentir la tensión que envuelve el esfuerzo de un
meta valiosa que conseguir!. No obstante, el esfuerzo puesto al
servicio de un sentido puede ser frustrante, la cual puede llevar a la
neurosis, especialmente a aquella llamada neurosis noogénica, o lo que otros suelen llamar neurosis existencial o espiritual.
Más
que nunca, las personas actuales están experimentando sus vidas como
vacías, faltas de sentido, sin propósito, sin objetivo alguno…, y perece
ser que responden a estas experiencias con comportamientos inusuales
que les daña a sí mismos, a otros, a la sociedad o a los tres.
Extraído de https://chilepsicologos.cl/el-vacio-existencial
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