LA FRASE DEL DÍA
Dar palabras al dolor, de lo contrario tu corazón se romperá.
Dar palabras al dolor, de lo contrario tu corazón se romperá.
EL RECORRIDO DE LA PENA
En castellano tenemos una palabra muy significativa: Pena, sinónima de dolor, sufrimiento, crisis, trastorno. Pena.
Nosotros, hoy, de una manera visual hasta vamos a gesticular cuál es el recorrido de la pena en un proceso de duelo.
Recordemos, duelo es lo que nosotros trabajamos con nuestro sufrimiento y el sufrimiento no está ni fuera, ni arriba, ni abajo. El sufrimiento soy yo.
¿Cuál es el recorrido de la pena? La pena que es inminentemente emocional, aunque tiene repercusiones en todas las dimen¬siones, hasta se somatizan. La pena sale del corazón. ¿Qué necesita la pena? Llorar, desahogarse. Incluso, antes de llorar, quejidos, lamentos. Así que, permitamos lo mas básico, que la pena se lamente, dé quejidos, se desahogue porque sí la pena hace eso, se va elevando, se va elevando, vamos hacia un proceso de sanación. Pero, ¡Ojo!, si sólo me quedo con el quejido, el llanto, el lamento, ¿qué va a pasar? que la pena vuelve a lo más profundo del corazón. Por eso, notamos que hay personas que se desahogan, se desahogan y terminan ahogadas en su desahogo. ¿Qué tiene que hacer la pena? Además de llorar, lamen¬tarse, quejarse, la pena tiene que buscar palabra, dar palabra al sufrimiento, que la pena se exprese, que comunique pero, eso sí, poco a poco esa palabra tiene que dejar espacio a la escucha porque si solamente hablo y lanzo el sufrimiento, la pena vuelve de nuevo a lo mas hondo del corazón. La pena tiene que hacer ese recorrido, tiene que expresarse y poco a poco dejar¬se confrontar y, observemos ya la pena que salió del corazón, encontró palabra, sube más arriba, ya escucha. Ya la pena estaá dejando espacio también, a la racionalidad. Se está dejando confrotar empáticamente. La pena va ganando altura y, cuando la pena escucha y se deja confrontar, y ya hay un trabajo racional, no puramente emocional, miren esto: la pena ya está aquí, ya tiene una vision nueva, una perspectiva nueva, ya empieza a ver un campo mas amplio de su situación. Pero, ¿qué necesita la pena? Ir mas arriba, la pena tiene que entender que hay ideas insanas que hay que superarlas: “nunca mas voy a ser feliz”, “no merece la pena”, “nunca mas voy a sanar”. Ya estamos trabajando una mayor racionalidad. Y la pena no se puede quedar aquí, la pena tiene que trabajar un proyecto existencial, no se pueden morir con los muertos las personas. O quedarse en una pérdida, o quedarse en el pasado. Un proyecto existencial, pero la pena tiene que ir mas allá. La pena tiene que abrirse a la espiritualidad, a la Resurrección, a la vida eterna.
¿Se ha muerto un ser querido? No lo hemos perdido, está en las manos de Dios.
Recordemos el recorrido de la pena, desde lo mas hondo del corazón ahora ya toma palabras, visión nueva, escucha, un proyecto, tiene ideas sanas, y una visión trascendente de la vida.
Trabajar las penas, en un recorrido sano, es hacer bien los duelos.
P. Mateo Bautista.
Nosotros, hoy, de una manera visual hasta vamos a gesticular cuál es el recorrido de la pena en un proceso de duelo.
Recordemos, duelo es lo que nosotros trabajamos con nuestro sufrimiento y el sufrimiento no está ni fuera, ni arriba, ni abajo. El sufrimiento soy yo.
¿Cuál es el recorrido de la pena? La pena que es inminentemente emocional, aunque tiene repercusiones en todas las dimen¬siones, hasta se somatizan. La pena sale del corazón. ¿Qué necesita la pena? Llorar, desahogarse. Incluso, antes de llorar, quejidos, lamentos. Así que, permitamos lo mas básico, que la pena se lamente, dé quejidos, se desahogue porque sí la pena hace eso, se va elevando, se va elevando, vamos hacia un proceso de sanación. Pero, ¡Ojo!, si sólo me quedo con el quejido, el llanto, el lamento, ¿qué va a pasar? que la pena vuelve a lo más profundo del corazón. Por eso, notamos que hay personas que se desahogan, se desahogan y terminan ahogadas en su desahogo. ¿Qué tiene que hacer la pena? Además de llorar, lamen¬tarse, quejarse, la pena tiene que buscar palabra, dar palabra al sufrimiento, que la pena se exprese, que comunique pero, eso sí, poco a poco esa palabra tiene que dejar espacio a la escucha porque si solamente hablo y lanzo el sufrimiento, la pena vuelve de nuevo a lo mas hondo del corazón. La pena tiene que hacer ese recorrido, tiene que expresarse y poco a poco dejar¬se confrontar y, observemos ya la pena que salió del corazón, encontró palabra, sube más arriba, ya escucha. Ya la pena estaá dejando espacio también, a la racionalidad. Se está dejando confrotar empáticamente. La pena va ganando altura y, cuando la pena escucha y se deja confrontar, y ya hay un trabajo racional, no puramente emocional, miren esto: la pena ya está aquí, ya tiene una vision nueva, una perspectiva nueva, ya empieza a ver un campo mas amplio de su situación. Pero, ¿qué necesita la pena? Ir mas arriba, la pena tiene que entender que hay ideas insanas que hay que superarlas: “nunca mas voy a ser feliz”, “no merece la pena”, “nunca mas voy a sanar”. Ya estamos trabajando una mayor racionalidad. Y la pena no se puede quedar aquí, la pena tiene que trabajar un proyecto existencial, no se pueden morir con los muertos las personas. O quedarse en una pérdida, o quedarse en el pasado. Un proyecto existencial, pero la pena tiene que ir mas allá. La pena tiene que abrirse a la espiritualidad, a la Resurrección, a la vida eterna.
¿Se ha muerto un ser querido? No lo hemos perdido, está en las manos de Dios.
Recordemos el recorrido de la pena, desde lo mas hondo del corazón ahora ya toma palabras, visión nueva, escucha, un proyecto, tiene ideas sanas, y una visión trascendente de la vida.
Trabajar las penas, en un recorrido sano, es hacer bien los duelos.
P. Mateo Bautista.
Canto de amor y dolor a la esperanza…
A pesar de todo…
A pesar de todas las evidencias en contra…
A pesar de que no me quedan fuerzas ni lágrimas…
A pesar de que mi corazón no encuentra descanso
ni alivio…
A pesar de que el sinsentido me golpea desde adentro…
A pesar de que ya no hay más luces que las sombras…
A pesar, Dios mío, de que ya no encuentro razones
poderosas para seguir viviendo…
A pesar de todas las evidencias en contra…
A pesar de que no me quedan fuerzas ni lágrimas…
A pesar de que mi corazón no encuentra descanso
ni alivio…
A pesar de que el sinsentido me golpea desde adentro…
A pesar de que ya no hay más luces que las sombras…
A pesar, Dios mío, de que ya no encuentro razones
poderosas para seguir viviendo…
A pesar de todo, Señor,
precisamente ahora,
me estás insinuando
que también la muerte tiene su propia luz,
que los sufrimientos
serán siempre tan míos como mi alma
porque nacen en la más profunda entraña de mi ser…
Ahora, Señor, precisamente ahora,
me estás revelando que la muerte y su cortejo de
sufrimientos
hacen más valiosa la vida…
Ahora, Señor,
que camino en soledad y con el corazón roto,
me ayudas a descubrir que el amor
hace importante la vida y la muerte…
A pesar de todo, Señor,
podré encontrar un poco de Gracia en la desgracia,
luz en la oscuridad,
verdad en las aparentes sinrazones,
nuevas oportunidades en los fracasos,
presencias reconfortantes en las ausencias dolorosas…
A pesar de todo, Señor,
o gracias a Ti, que estás en todo,
seguiré esperando:
porque me has hecho para esperar,
para resistir y no rendirme
Ahora, Señor,
gracias a Ti,
podré seguir viviendo
de Esperanza.
(del libro Orar en el duelo de JC Bermejo y Francisco Álvarez)
precisamente ahora,
me estás insinuando
que también la muerte tiene su propia luz,
que los sufrimientos
serán siempre tan míos como mi alma
porque nacen en la más profunda entraña de mi ser…
Ahora, Señor, precisamente ahora,
me estás revelando que la muerte y su cortejo de
sufrimientos
hacen más valiosa la vida…
Ahora, Señor,
que camino en soledad y con el corazón roto,
me ayudas a descubrir que el amor
hace importante la vida y la muerte…
A pesar de todo, Señor,
podré encontrar un poco de Gracia en la desgracia,
luz en la oscuridad,
verdad en las aparentes sinrazones,
nuevas oportunidades en los fracasos,
presencias reconfortantes en las ausencias dolorosas…
A pesar de todo, Señor,
o gracias a Ti, que estás en todo,
seguiré esperando:
porque me has hecho para esperar,
para resistir y no rendirme
Ahora, Señor,
gracias a Ti,
podré seguir viviendo
de Esperanza.
(del libro Orar en el duelo de JC Bermejo y Francisco Álvarez)
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