Tengo una certeza: amar
es sufrir pero no amar es morir. Ciertamente que amar también,y
principalmente, nos hace felices. Pero no todo es un camino de rosas.
O sí, pero con todas y cada una de sus espinas...
¿Pero qué extraño
vínculo hay entre amor, felicidad, sufrimiento y dolor? Cleve
Staples Lewis, el afamado escritor inglés, dice que el dolor de
mañana es el precio que hay que pagar por la felicidad de hoy. Por
ejemplo, uno sufre cuando muere un ser querido porque junto a él era
feliz. Se refiere, más que nada, a una pérdida. “El
dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces, ese es el
trato”,
escribió. "Nadie
nos advirtió que extrañar es el costo que tienen los buenos
momentos",
agregó años después Mario Benedetti.
Otras
veces, el sufrimiento es por un amor no correspondido. Uno busca pero
no encuentra. No hay pérdida alguna. El enamorado que, a su vez,
desea ser amado infructuosamente. Aunque, llegado, el caso, si en un
futuro ese amor se concreta produce una relectura del pasado que da
sentido al dolor. Francisco Bernárdez lo pinta a la perfección en
su Soneto:
Si para recobrar lo recobrado
Debí perder
primero lo perdido.
Si para
conseguir lo conseguido
Tuve que
soportar lo soportado.
Si para estar
ahora enamorado
Fue menester
haber estado herido.
Tengo por
bien sufrido lo sufrido,
Tengo por
bien llorado lo llorado.
Porque
después de todo he comprobado
Que no se
goza bien de lo gozado
Sino después
de haberlo padecido.
Porque
después de todo he comprendido
Que lo que el
árbol tiene de florido
Vive de lo
que tiene sepultado.
Hago aquí un breve
paréntesis para afirmar que la vida
es espera. El encontrar, o no, lo que se busca da sentido a la
búsqueda. El que llegue, o no, lo esperado da sentido a la espera.
El futuro resignifica el pasado. Si llega lo esperado fue una espera
fructífera; si no llega es una decepción. Ahora, algunos
exageran esta postura y piensan que si el placer es la búsqueda y no
la obtención, hay que prolongar la búsqueda. Se saborea esta espera
y se llega a pensar que es mejor que el encontrar lo que tanto se
busca. “Dime que no”, diría Arjona.
Pero
si vamos a citar cantautores, vayamos elevando el nivel. "Amar
aunque te duela siempre es bueno",
canta Diego Torres.
“Y qué? Si el amarte me cuesta la vida...
¿Y qué? Si te amo y arriesgo mi vida”,
agrega Axel. Y, para cerrar, el gran Abel:“no
confundo estar solo con estar sin vos porque estar sin vos es peor...
que estar solo”.
“El
que se arriesga a amar, se compromete a sufrir. Pero sufrir por amor
vale la pena”,
suele decir Mamerto Menapace. Una pareja que se casa sabe que, muy
probablemente, llegue el momento en que uno de los dos sobreviva al
otro. Y si esa pareja fue feliz en su vida juntos, esa partida, esa
separación, será motivo de dolor para el que quede por estas
tierras. “Por
supuesto que te haré daño. Por supuesto que me harás daño. Por
supuestos que nos haremos daño el uno al otro. Pero esta es la
cuestión misma de la existencia. Para llegar a ser primavera,
significa aceptar el riesgo del invierno. Para llegar a ser
presencia, significa aceptar el riesgo de la ausencia”,
afirma Antoine
Saint Exupery en El Principito.
Escribió
Léon Bloy: “El
hombre tiene lugares en su corazón que todavía no existen, y para
que puedan existir entra en ellos el dolor”.
Y ese dolor nos amplía la capacidad de amar. Por eso, a veces, “no
se goza bien de lo gozado sino después de haberlo padecido”. Y,
muchas veces, podemos amar más cuando los que amamos ya no están
con nosotros...
“¿Por
qué el amor cuando lo pierdes duele tanto? Ya no tengo respuestas,
sólo tengo la vida que he vivido.”,
dice también Lewis. Y es así. Ante el misterio del dolor, sólo nos
queda abrirnos a la vida, al amor y a la felicidad...
Sufrí
y sufro mucho por amor. Sufrí por el no estar con Mary todavía, en
su momento, entre agosto del 97 y febrero del 98. Y sufro por el ya
no estar físicamente con ella, ahora. Pero valió la pena, y lo
sigue valiendo. También duele, y mucho les aseguro, ver crecer a mis
hijos sin su madre. Y tal vez lo que más me duela, en lo personal,
es no poder envejecer juntos, tal como siempre soñamos, tal como
tantas veces lo charlamos y deseamos. Pero cuando nos encontremos en
el Cielo, volveré a recitar el Soneto de Bernárdez. Mientras, rezo
cada día una oración que conocí un 14 de agosto de 1997, exactamente 21 años antes de la partida de Mary. Una oración que pegué en mi agenda del 98, también un 14 de agosto. Una oración que recordé de inmediato el 14 de agosto de 2018, y me sigue acompañando...
No
llores si me amas…
¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el Cielo!
¡Si pudieras oir el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos!
¡Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos los horizontes,
los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso!
¡Si por un instante pudieras contemplar, como yo,
la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!
¡Cómo! ¿Tú me has visto, me has amado en el país de las sombras
y no te resignas a verme y amarme en el país de las inmutables realidades?
Créeme; cuando la muerte venga a romper las ligaduras,
como ha roto las que a mí me encadenaban,
y cuando un día, que Dios ha fijado y conoce,
tu alma venga a este Cielo en que te ha precedido la mía,
ese día volverás a ver a aquella que te amaba y que siempre te ama,
y encontrarás tu corazón con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme, pero transfigurada,
extática y feliz, no ya esperando la muerte,
sino avanzando contigo,
que me llevarás de la mano por los senderos nuevos de la luz y de la vida,
bebiendo con embriaguez a los pies de Dios
un néctar del cual nadie se saciará jamás.
Enjuga tu llanto y no llores si me amas…
Lo que éramos el uno para el otro, seguimos siéndolo.
La muerte no es nada.
No he hecho nada más que pasar al otro lado.
Yo sigo siendo yo.
Tú sigues siendo tú.
Lo que éramos el uno para el otro, seguimos siéndolo.
Dame el nombre que siempre me diste.
Háblame como siempre me hablaste.
No emplees un tono distinto.
No adoptes una expresión solemne, ni triste,
sigue riendo de lo que nos hacía reír juntos.
Reza, sonríe, piensa en mí, reza conmigo.
Que mi nombre se pronuncie en casa como siempre lo fue,
sin énfasis alguno, sin huella alguna de sombra.
La vida es lo que siempre fue: el hilo no se ha cortado,
¿Por qué habría de estar yo fuera de tus pensamientos?
¿sólo porque estoy fuera de tu vista?
No estoy lejos… tan solo a la vuelta del camino.
Lo ves, todo está bien…
Volverás a encontrar mi corazón, volverás a encontrar su ternura acendrada.
Enjuga tus lágrimas y no llores si me amas.
Con todo mi cariño, con toda tu alegría.
¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el Cielo!
¡Si pudieras oir el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos!
¡Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos los horizontes,
los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso!
¡Si por un instante pudieras contemplar, como yo,
la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!
¡Cómo! ¿Tú me has visto, me has amado en el país de las sombras
y no te resignas a verme y amarme en el país de las inmutables realidades?
Créeme; cuando la muerte venga a romper las ligaduras,
como ha roto las que a mí me encadenaban,
y cuando un día, que Dios ha fijado y conoce,
tu alma venga a este Cielo en que te ha precedido la mía,
ese día volverás a ver a aquella que te amaba y que siempre te ama,
y encontrarás tu corazón con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme, pero transfigurada,
extática y feliz, no ya esperando la muerte,
sino avanzando contigo,
que me llevarás de la mano por los senderos nuevos de la luz y de la vida,
bebiendo con embriaguez a los pies de Dios
un néctar del cual nadie se saciará jamás.
Enjuga tu llanto y no llores si me amas…
Lo que éramos el uno para el otro, seguimos siéndolo.
La muerte no es nada.
No he hecho nada más que pasar al otro lado.
Yo sigo siendo yo.
Tú sigues siendo tú.
Lo que éramos el uno para el otro, seguimos siéndolo.
Dame el nombre que siempre me diste.
Háblame como siempre me hablaste.
No emplees un tono distinto.
No adoptes una expresión solemne, ni triste,
sigue riendo de lo que nos hacía reír juntos.
Reza, sonríe, piensa en mí, reza conmigo.
Que mi nombre se pronuncie en casa como siempre lo fue,
sin énfasis alguno, sin huella alguna de sombra.
La vida es lo que siempre fue: el hilo no se ha cortado,
¿Por qué habría de estar yo fuera de tus pensamientos?
¿sólo porque estoy fuera de tu vista?
No estoy lejos… tan solo a la vuelta del camino.
Lo ves, todo está bien…
Volverás a encontrar mi corazón, volverás a encontrar su ternura acendrada.
Enjuga tus lágrimas y no llores si me amas.
Con todo mi cariño, con toda tu alegría.
Es muy difícil hablar de Amor,xq Dios es Amor y nuestra capacidad no llega a tanto.Sea como sea la experiencia personal,estate seguro q ,cuando es verdadero,nos engrandece y hace capaz d cosas q nunca pensamos podríamos.
ResponderBorrarEs lo que vos estás viviendo y tmb otros,aunque no se parezcan las circunstancias