Las ausencias que se
recuerdan se hacen presentes. Y hay ocasiones, situaciones, que hacen
que esas ausencias sean más intensas... Por ejemplo, “las
fiestas”. El compartir en familia, los buenos deseos, los ritos,
las decisiones compartidas... todo eso lleva a que se haga patente el
llamado “síndrome de la silla vacía”.
Y me puse a releer todo
lo que escribí a fines del año pasado, en las primeras fiestas sin
Mary físicamente entre nosotros. Las cartas que nos escribimos para
las navidades, algunas de las cuales marcaron a fuego nuestra
relación. Las navidades compartidas como amigos, como novios, como
esposos, como padres. La primera navidad juntos, y la última. Y
ahora aflora también la primera navidad sin Ella, y se viene la
segunda... ¿Cuántas más serán antes de reencontrarnos a matear en
el Cielo?.
Te extraño, mi amor.
Porque extrañar no es sentirse vacío sino estar lleno de alguien
que se hace presente a pesar de la ausencia. Y ese alguien sos vos.
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