Hoy, 9/2, cumpliría 98
años mi abuelo Antonio. Digo “cumpliría” porque falleció el
14/8/97 y hace ya más de 21 años que no está físicamente con
nosotros.
Hace exactamente 3 años
tuiteé lo siguiente: “Que tus hijos no hayan conocido a tus
abuelos es una de las tantas injusticias de la vida...”. Me
encantaría que Lu y Nico hubieran conocido a mis abuelos Manolo,
Carmen y Antonio. Siempre se lo dije a Mary, porque Ella tampoco los
conoció y es parte de esta historia que quiero contarles. Pero
antes, otra reflexión: mis hijos tienen la gracia de poder compartir
la vida con sus 4 abuelos, pero lamentablemente no pueden hacerlo con
su madre. Eso es mucho más injusto y doloroso todavía.
Cito un fragmento de la
novela que sigo escribiendo:
“Días
después, el 14 de agosto, muere mi abuelo Antonio, el esposo de Doña
Lola. Tenía cáncer hacía muchos años. Una metástasis en huesos
terminó por matarlo. Recuerdo cómo lloré aquel día. ¡Cómo lo
quería! A las 4 de la mañana vino mi vieja a despertarme para darme
la noticia. ¡Cuántas cosas se me cruzaron por la cabeza! ¡Cuántos
recuerdos! Almorzar en Tío Pipa´s. Ver los Globertrotters. Pasear
por el Riachuelo. Jugar a las cartas. ¡Cuánta sabiduría! ¡Cuántas
historias y anécdotas! ¡Cuántas ocurrencias!. Lo lloré y lo sigo
llorando”.
En “De fechas y señales” ya conté que, con Mary, siempre dijimos que mi
abuelo nos hizo gancho desde el Cielo. Nos lo recuerdo...
“14
de agosto de 1997: fallece mi abuelo Antonio de cáncer. Uno de los
días más dolorosos de mi vida, seguramente por mi edad y el vínculo
que había entre nosotros. En aquel entonces jamás imaginé que, 21
años después, también un 14 de agosto se convertiría en el día
más doloroso de mi vida cuando Mary, mi amiga, novia, esposa, madre,
amante y fiel compañera parta de este mundo también por culpa del
maldito cáncer.
15 de agosto de 1997:
esa mañana fue el entierro. Por la noche, y con el corazón
dolorido, fui a la reunión de JuvenCor. Estuve en el mismo grupo con
Mary. El tema era cuándo recurríamos a Dios. Justo venía de la
muerte de mi abuelo por lo que el tema me llegó mucho. Ella, que
hacía apenas una semana me había pedido que la acompañe después
de las reuniones a su casa, metió la pata con un cartel que leyó en
la fábrica de pastas de mi familia y tenía que ver con la muerte de
mi abuelo. Cuando finalizó la reunión nos fuimos a cenar a la casa
de uno de los pibes. Al finalizar nos volvimos caminando en grupo. Al
dejar a mi mejor amigo en su casa, anteúltima parada del recorrido,
quedamos solamente Ella y yo. Entonces, haciendo gala de caballero,
la tomé del brazo para llegar caminando hasta su casa. Nunca la
había visto con otros ojos hasta ese momento. Me sentía en las
nubes. Caminaba como si fuese por el aire. Creo que Ella me iba
hablando sobre algún tema de bueyes perdidos. No me importó. No
podía escucharla. Ese día era la primera vez que llegaba tan tarde
a mi casa y encima enamorado.
15 de agosto de 1998:
si bien estábamos por cumplir 6 meses de novios, decidimos con Mary
festejar nuestro primer aniversario de amistad. Y de ahí en más,
todos los años, celebramos nuestra amistad cada 15 de agosto. Aquel
día, recuerdo, fuimos a la Plaza San Pedro a tomar unos mates.
Escribimos en unas hojas todo lo vivido juntos hasta ese día y nos
hicimos algunas promesas vinculadas a nuestra pareja y nuestra futura
familia. Y lo enterramos bajo un árbol, nuestro árbol, cuya
ubicación sigue siendo algo nuestro y un secreto bien guardado que
nadie conoce. ¿Quieren saber cuál es? Olvídense...
Cuando el 13 de agosto
Mary dormía plácidamente, en un coma profundo, intuí que la fecha
de su partida sería 14 o 15 de agosto. Siempre dijimos que mi
abuelo Antonio, con su partida del 14/8, nos había hecho gancho para
que el 15/8 empecemos a ser amigos. Y realmente lo creíamos.
Ahora le tocaba a Mary su partida y un nuevo comienzo para todos era
inminente.”
Pero,
¿por qué publico todo esto hoy, 9 de febrero? No se me
impacienten...
Del 3
al 9 de febrero había un campamento de JuvenCor, el grupo que
compartíamos con Ella. Como por ese entonces ya me había rebotado 3
veces, y parecía que la cosa no daba para más, decidí no ir para
no verla. Así estaba la cosa. Y como para darle un cierre a todo, le
escribí una carta:
“Mariela:
¡Por
fin te vas a Córdoba!. Estoy segurísimo que la vas a pasar genial,
te vas a divertir, vas a aprender un par de cosas, vas a conocer
gente nueva y vas a tener tiempo para pensar en tus cosas. Yo me
moría de ganas por ir, pero cuando tuve la oportunidad (porque no
iba Silvana) preferí decir que no porque me pareció lo mejor para
nosotros dos. Ahora que, sabiendo tu respuesta (o imaginándola),
intento verte tan sólo como amiga, me hubiese destruido verte 7 días
a la semana las 24 horas. Yo hubiese sufrido mucho y a vos te hubiese
puesto en una situación muy incómoda porque no sabés qué hacer,
si esquivarme o no...
Bueno, pero no quiero escribir más sobre estas cosas porque no
quiero que se arruine tu primer Córdoba por un pendejo inmaduro que
se muere por vos. Así que cuando vuelvas te pido que me des la
oportunidad de hablar y dejar todos nuestros papeles bien en claro.
Mientras escribo esta carta las cosas con vos no están bien pero no
sé cómo podemos llevarnos a la tarde en la despedida. Igual te
mando un beso enorme y te digo que sigo queriéndote muchísimo
(aunque vos no a mí) a pesar de todo.
Hasta
pronto,
Javier
o “El Tano”
(como
vos quieras)”
En una carta que Ella me
escribió casi 5 años después, decía: “Me escribiste tu
tercera carta y con ella una frase que puedo citar casi de memoria:
pasala bien en tu primer Córdoba y no te preocupes por este pendejo
inmaduro que se muere por vos. Con esa frase me llegaste al corazón
y lograste lo que con una carta de amor no habías podido”.
El 9/2
llegaron de Córdoba. Yo tenía un enojo pasajero... porque había
viajado en el micro con ellos (:p). Cito mi agenda de aquel día:
“10:45 hs llegaron los micros. Me puse re-contento de verlos y
me sorprendió el saludo de Mariela (me abrazó)... 16:00 hs llegó
Mariela a casa y hasta las 20:10 estuvimos solos en casa hablando...
En claro quedó que somos más que amigos pero que todavía no vamos
a salir”.
Su visión, que me
contó al tiempito en una carta, fue la siguiente: “Cuando
volví lo único que quería era recuperar el tiempo perdido entre
nosotros (ya era 9 de febrero) y vos me terminaste de enamorar cuando
hablando (solos) en tu casa me dijiste que te ibas a ir a la quinta y
que no te iba a ver más hasta marzo cuando empezaran las clases. En
ese momento sentí que te perdía pero no sabía como pedirte que no
te vayas”.
Ese 9/2 fue clave para
que exista el 18/2/98, día de nuestro primer beso, día que nos
pusimos de novios, mojón fundamental en esta historia de amor que ya
lleva más de 20 años... y se volvió eterna.
Mi abuelo Antonio nos
hizo gancho. A esta altura no tengo dudas. Su partida me acercó a
Ella, inmediatamente. Y en su primer cumpleaños sin estar por estas
tierras, generó lo que faltaba para que nos animemos a dar el paso
necesario. El 14/08/2018, 21 años después de su muerte, murió
Ella. El mismo día. Nunca se conocieron ni se vieron por estos
lados, pero ahora están compartiendo la Vida en el Cielo, poniéndose
al día, riendo con este humilde escrito, y acompañándonos por
siempre.
P.D.: La foto que
encabeza el posteo la saqué en Abril del 2018 y la guardé para
publicarla el 14/8. Obviamente no lo hice, porque mi cabeza, mi
corazón, mi cuerpo, mi alma estaban en otro lado. Para los que no
conocen, es la Fábrica de Pastas “La Veronese”. Fábrica
familiar desde 1955, fundada por mi abuelo. Y ese buzo lo usó él
durante sus últimos días de vida, y yo me lo guardé para siempre.
Vaya este homenaje en el día de su cumpleaños. ¡Gracias!
Me mataste mi amor,si bien no todas,contaba con muchas de estas coincidencias? Casualidades? Casualidades? Para Dios todas son oportunidades q finalizarán siendo Xa un bien mayor,aunque en este momento nos partan el corazón
ResponderBorrarCausalidades es la palabra adecuada
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