"Del
22 al 24 de agosto estuve participando de un retiro llamado Camino de Emaús…
Durante
el retiro no podía dejar de pensar en Ella. Llevaba una semana perdidamente
enamorado y lo vivía así. En la carpeta donde tomábamos notas de las charlas
aparecía su nombre en cada hoja, en cada margen, en cada espacio, rodeado de
corazones. Estaba muy mal…
Lo
más fuerte es que mientras yo estaba escribiendo su nombre y la forma en que la
llamábamos en las hojas de mi carpeta del retiro, Ella estaba haciendo lo mismo
en su diario íntimo. Lo mismo, en realidad, no. Ella no estaba escribiendo su
nombre y la forma en que la llamábamos sino que estaba escribiendo mi nombre y
mi apodo en su diario íntimo.
—Espere.
Va muy rápido —me frenó el Monje—.
Queremos hacerle varias preguntas antes de continuar escuchando su historia…
—¿Cómo
sabe lo que Ella escribió, cuándo y qué, en su diario íntimo? —me cuestionó el
Monje.
—Tiempo
después me lo dijo… En realidad, me lo leyó y me lo mostró.
—¿Y
qué escribió? —repreguntó de inmediato.
—Con
fecha 24 de agosto narró los sucesos del 15 al 18 de ese mes con muchos de los
detalles que yo mismo les acabo de contar. Y al final del relato, luego de
haberse despedido de su diario, a quien le hablaba como si fuera una persona, informándole
que se iba a dormir, se puede leer: «Pero antes quiero contarte que en el Tano encontré
una persona muy especial y que si seguimos así vamos a ser grandes amigos».
—Friend zone
—pronunció el Nacho en un inglés muy latino.
En
aquel momento no tenía la menor idea de lo que pasaba por la cabeza y el
corazón de Ella. Obviamente no había leído su diario íntimo. Pero entiendo que
haber aparecido allí, en esa ventana a su alma, no era casualidad. Y lo había
logrado en muy pocos días. Ya me consideraba por aquel entonces «una persona
muy especial» y la relación se encaminaba a profundizarse".
(Algo que lo cambió todo, capítulo 10; fragmento)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario