Creo en las señales. No
sé desde cuándo pero sé que no es desde siempre. Mi exceso de
racionalidad ha ido dando lugar en los últimos años a una
presencia cada vez mayor de lo sentimental. Y más: me he dado cuenta
que mi prédica contra el materialismo era principalmente contra mí
concepción del mundo vivida y también ha dado resultado.
Las señales me hacen
creer que existe el sentido. ¿Todo tiene sentido? A veces parece que
no; otras que sí. La posibilidad de que nada tenga sentido también
es real, aunque abrumadora. Quiero creer que hay sentido y las
señales son de gran ayuda. Que sea una expresión de deseo no es
argumento a favor de la existencia del sentido... pero tampoco un
golpe concluyente en la dirección contraria. Es una apuesta. Y
justamente estoy leyendo una novela donde el tema central pasa por
ver mensajes ocultos donde otros no ven nada y, más aun,
descifrarlos.
Pero, ¿a qué viene toda
esta introducción?.
Hoy es 15 de marzo. Hace
22 años pronuncié “te amo” por primera vez. Creo no
habérselo dicho nunca a mis padres, hermanos ni otra persona. Tal
vez lo escribí, pero tampoco lo recuerdo. Pero ese 15 de marzo de
1998 lo dije. En voz alta. Me salió, juro que me salió. No lo tenía
pensado. Nunca había reflexionado al respecto. Y sin embargo esas
dos simples palabritas se convirtieron en una fórmula mágica.
Por esa razón esta fecha
es especial para mí. Para Ella también lo era. Y vengo debatiendo
conmigo mismo desde ayer si escribir al respecto o no, si publicar
algo o no. Ayer se cumplieron 19 meses de Su partida por lo que el
proceso de duelo viene muy avanzado. ¿Escribo o no? Si escribo, ¿lo
publico? Muchas horas dándole vueltas al asunto. Finalmente había
decidido que no. Sólo recordarlo. Nada de escribir y menos de
publicar. Pero... Siempre hay un “pero”.
Hace un rato prendí la
notebook para descargar algunas cosas del celu. Esta notebook, donde
estoy escribiendo, la tengo desde hace unos años. Me la regalaron
para mi cumple. Desde aquel primer inicio está vinculada a mi cuenta
de correo y se ingresa con las misma contraseña. Nunca la cambié ni
me lo pidió. Hace apenas un rato, de memoria, intenté ingresar y me
dio error. Volví a escribir la clave y error nuevamente. Probé
revisar la mayúscula, teclear despacio y de manera conciente, y
hasta hacerla visible para chequear. No había dudas. Mi contraseña,
la de siempre, está bien escrita. ¿Qué pasó? Me pongo a googlear
y leyendo uno de los posteos caigo en la cuenta que debiera probar
desde otro dispositivo si puedo entrar a mi cuenta de correo. Porque
ese es el usuario y la contraseña, ya que están vinculadas.
Me disponía a hacerlo
cuando... ¿Señal? Recuerdo que la contraseña de mi correo sí la
había cambiado, pero nunca impactó en el inicio de mi notebook.
Decido probar y... ¡magia! La clave del mail me permitió ingresar.
¿Cómo puede ser? A la mañana ingresé con la contraseña de
siempre. Horas después me decía que era incorrecta. Y pude ingresar
con la clave del mail que hace bastante tiempo había cambiado. ¿Por
qué hoy?.
Señales. La clave de
ingreso a mi notebook era una de las más usadas por mí hasta hace
dos años. Hoy solamente quedaba como inicio de mi notebook.
“Chavesteamo” y una serie de números y caracteres. Pero desde
siempre escribí “Chavesteamo”. Cada día desde que tengo la
notebook. Muchísimas veces desde antes. Pero hoy, a 22 años de
decirle a Ella mi primer “te amo”, deja de funcionar para
llamarme la atención. Señales. ¿Cómo no escribir, entonces?
Señales.
Tengo mucho para
escribir. Recuerdo con gran nitidez aquella noche, quizás más por
recordarla cada tanto que por el momento en sí. Pero no voy a narrar
lo sucedido ya que Ella lo hizo muy bien y prefiero releer sus
palabras. “"El 15/03 pasó algo que le dio un giro
inesperado a nuestras vidas. Cuando volvíamos de Misa nos quedamos
en la puerta de mi casa charlando como siempre de muchas cosas y en
un momento me dijiste por primera vez que me amabas. Yo no podía
creer lo que me estabas diciendo y te pedí que lo repitieras una y
mil veces. Ese día recuerdo que me sentía en las nubes. Fue para mí
lo más lindo que había escuchado en mi vida y lo fue porque era de
tu boca. Me acuerdo que cuando te ibas te pedía que me lo dijeras
una y otra vez hasta que te enojaste y me dijiste que no me lo ibas a
decir nunca más y me parece que mentiste un poquito (ja, ja).”.
Mientras escribía este
posteo me llegó una solicitud de contacto en instagram:
“mariposassimbolodelalma”. Ingreso y dice: “Acompañamiento en
el duelo. Página para todos aquellos que están atravesando la
muerte de un ser querido”. Señales.
Ya escribí. Lo voy a
subir al blog intuyendo que, alguna vez, será libro. Esta vez no va
a las redes pero quedará guardado como siempre, y para siempre, en
mi corazón.
Y me despido como en
tantísimas cartas, diciendo... Mary, te amo.
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