Y en ese simple acto
rutinario de poner la mesa, al contar 3 platos y no 4 ya te empiezo
extrañar. Pasó más de un año de tu partida pero cada vez que me
voy a acostar por la noche, o que me levanto por la mañana, la mitad
de la cama vacía me recuerda que no estás. Cuando me encuentro
tomando un mate por la tarde sin tener con quién compartirlo, con
quién charlar... todavía me angustio. O cuando pienso en las
vacaciones y caigo en la cuenta que no vamos a poder planificarlas
juntos, que no vamos a poder compartirlas, que no vamos a... Se me
hace un nudo en la garganta y se me inundan de lágrimas los ojos. Es
tu ausencia que se hace presente. Porque seguís estando en mi pasado
pero me duele no verte en mi futuro. Y lloro. Y me angustio. Y me
duele. No tanto como antes, pero todavía. Quizás no tan seguido, ni
tan extenso, pero posiblemente más intenso. Y te hablo. Y te cuento.
Y te consulto. Y te pido. Y te imploro. Y me voy calmando... Porque
te siento cerca. No como antes, no como quisiera, pero seguís
estando. A tu manera. Y te doy las gracias. Y sigo caminando
siguiendo el rumbo que soñamos juntos, estrella mía, impulsado por
nuestro amor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario