miércoles, 29 de abril de 2020

Sólo porque te amo...

“Sólo porque te amo” reza la dedicatoria. Esa que veo al abrir el libro cada vez que me dispongo a leerlo. Esa que habita esas páginas desde hace casi dieciseis años. Esa dedicatoria que leí aquella vez, al recibir el regalo, sin saber bien porqué pero comprendiendo que la respuesta estaba en el regalo mismo. “Sólo porque te amo”.
En estos días, reordenando bibliotecas, (me) lo encontré nuevamente. Ya lo había ubicado en el verano queriendo leer algo del escritor ruso. Y en estos días leí que lo citaba el Papa Francisco en alguna entrevista. “Quiero leerlo”, me dije casi de modo imperativo.
Para darle contexto, algo que suelo hacer, busqué en internet sobre la obra. “Fue escrita en un momento en el que el autor padecía grandes trastornos emocionales producto del fallecimiento de su esposa María...”, leo en wikipedia. Y acuso el golpe. Ella no lo sabía cuando me lo regaló... y yo tampoco, hasta hoy.
Comienzo a leerlo. Media carilla y el tono autobiográfico me convoca. Linkeo con mi blog: “Diario del alma, el corazón, de una persona...”. Doy vuelta la hoja y... “Ahora tengo cuarenta”. El personaje principal me interpela. Tiene mi edad. Y lo escribe un autor que acaba de experimentar la dolora muerte de su joven esposa.
¿Mary me regaló ese libro poco antes de casarnos por alguna misteriosa señal que yo interpretaría muchos años después cuando Ella ya no estuviera a mi lado? No lo sé ni lo sabré jamás. Posiblemente no. Lo que sí sé, y es una convicción que me acompañará toda mi vida, es que me lo regaló solamente porque me amaba... Amor que no necesita otra explicación más allá de sí. Que se manifestó en ese libro como en tantos gestos, tantas palabras, tantos hechos, y de tantas otras maneras. Ella lo escribió y lo dejó ahí para siempre. Para cuando quiera volver a hojear esa primera página del libro o, simplemente, recordarlo. Y no necesito saber nada más.
Y vuelvo a leer su letra. Y vuelvo a escuchar su voz. Así, en presente. “Sólo porque te amo”.


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