viernes, 16 de agosto de 2019

16 de agosto del 97

El sábado 16 de agosto estábamos con algunos amigos reunidos en el colegio vaya a saber uno para qué. Creo que estábamos preparando un retiro para la Comunidad de Menores. Pasaron a buscarnos Ella y el resto de las chicas. Fuimos a Villa del Parque a jugar al pool. Yo nunca había jugado. Ella tampoco. Yo lo disimulé. Ella no. Fuimos y vinimos todos caminando. Aproveché para acercarme a Ella pero se me hacía difícil. Terminé caminando del brazo con otra para que nadie sospeche pero Ella se terminó sumando, sorpresivamente, de mi otro brazo. Y en un momento, no recuerdo bien por qué, quisimos cambiar de tema. Y con mirada cómplice, acompañada de sonrísa pícara, se dio el siguiente diálogo.
- Uy, mirá las estrellas en la noche, dije.
- Qué lástima que no hay, respondió Ella.
Y nos miramos. Y sonreímos. Y supimos que ese momento mágico nos iba a acompañar por siempre.

- Puede dejarse de decir pavadas y continuar con el relato -me bajó el Negro de un hondazo.
¿Quién ganó al pool? A quién le importa. Tan sólo recuerdo que nuevamente quedamos solos con Ella al final del recorrido.

(Extractos editados de la novela "Sueño de una noche estrellada de verano")

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